Historias de Casinos: Prologo


Inaugurando una nueva sección narrativa en Café del Oeste, es que decidimos compartir en nuestra web los escritos del vecino de Termas de Río Hondo Ramón Alfredo “Gitano” Domínguez, quien hace unas semanas comenzó a publicar sus anécdotas e historias centradas en sus años de trabajo en el casino, pero que se decantan también en otros divertidos e  interesantes sucesos tanto de su vida personal como de la gente que lo rodea.  Esto se llama “Historia de Casinos”

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                                                           Pequeñas Historias de:
                                                                      “Gitano”

¡Hola!. Mi nombre es Alfredo R. D.  Por esas cosas de esta vida,  un día me apodaron el “Gitano” (sin ser gitano). Esto fue una ocurrencia de un amigo, Rodolfo Gallo, pero, hubo dos razones válidas para ello. En aquella época estaba de moda Sandro (El gitano), y yo me quería parecer a Sandro cantando sus canciones. Por supuesto que ni ahí, llegaba a imitar al Gitano. Y la otra, la más hermosa, es que un día llegó una tribu de gitanos y se instaló en Termas. Y entre las demás gitanas había una que era muy bonita, era dueña de una belleza tremenda, y me las ingenié para llegar a ella, pero sucede de que esta chica estaba comprometida con un gitano de la misma tribu y la que sería su futura suegra, la tenía en cortito, y no la dejaba ni a sol ni sombra. Pero ella, se daba mañas para estar conmigo en una de las zapaterías de mi tío. Irma (así se llama), se vestía a veces como cualquier chica de las nuestras, incluso iba a la pileta a nadar. ¡No saben lo que era!, yo, ya estaba aprendiendo algunas palabras en el idioma de ellos. Pero eso algún día tenía que acabar, y así fue. La tribu se fue y nunca más la vi. Ese es quizás la razón más valedera por la cual Gallo me bautizó. Pero cuando a él le preguntaban porque me decían gitano, él les contestaba “Por sucio” jajaja.

Nací en Tucumán un día 12 de abril, me crié en el lugar más histórico del departamento Río Hondo (Vinará). Ahí cursé los únicos estudios que tengo, (la primaria). Casi entrada a mi adolescencia, me vine a Las Termas de Río Hondo, donde trabajé en una zapatería de mis tíos con los cuales viví durante mucho tiempo. Esta zapatería; era la más grande de  esta  nueva ciudad que de a poco iba transformándose en lo que es hoy Las Termas de Río Hondo. La zapatería se llamaba “Calzados París”. Ahí pasé parte de mi juventud, una juventud limpia, sana casi inocente. Ahí comencé a conocer gente de todo tipo, pues a ella iba prácticamente el pueblo a comprar los zapatos y zapatillas para ambos sexos. En ese tiempo el calzado era fabricado con cuero argentino, no eran del material que usan hoy. Eran zapatos de marcas, pero también había de los otros, los más económicos. Por ejemplo para damas estaban las sandalias y la chatitas que se usaban mucho. Por supuesto que en el rubro zapatillas no existían las grandes marcas de la actualidad. Las marcas conocidas eran Flecha  Pampero y Boyero, quien usaba una flecha era un “capo”. Las mujeres se inclinaban por los zapatos de tacos finos y altos. Los señores mayores por lo general zapatos gomicuer, o van sport. Los jóvenes por los mocasines y los “Cherokee”. Mi tío tenía por costumbre hacer los fines de temporada, las famosas “liquidación por cierre”. Este era un verso que siempre le daba resultado, pues ponía ese aviso y la gente se agolpaba para aprovechar la liquidación, en el tumulto se llevaban a veces una chatita de un mismo pie o de distinto número, después había que esperar que vuelvan para hacer el cambio.

Vivíamos en un departamento (por no llamarlo “conventillo”) que estaba situado en el pasaje Juan B. Justo. En esa cuadra siempre estuvo el edificio de Casa Mara  en Rivadavia y  Juan B. Justo, hacía esquina el edificio Rivadavia, donde estaba la popular “Sastrería Layús”. Quien compraba un traje en Layús, obligadamente debía comprar un zapato de marca en Calzados París. Pegado al edificio Mara, vivía el ingeniero Salgado Martínez y señora. Una pareja muy simpática amigos de mis tíos. El ingeniero, vale resaltar fue en un tiempo el jefe municipal, lo que sería hoy el intendente. Fue el que pobló la avenida Belgrano con los Palos Borrachos. A continuación vivía la familia Morales – Capó. La hija del popular “Gringo” Lita Morales tenía una  peluquería para damas, y después en un altillo vivíamos nosotros, pero había otras habitaciones ocupadas por otras personas, de las que me acuerdo es de la familia Nieva. Reynado Nieva y Beba Cano. Carlitos y Marta eran chicos aún. También vivía el hijo del dueño. Luchín Robles de profesión maestro.

Casi pegado al departamento de Robles, vivía la familia Carino, más adelante Foto España, el doctor Gandulfo y flia, y otras familias que no recuerdo.

En la acera del frente, casi no había familias. Por Francisco Solano estaba el Hotel Medina “T”, y los fondos de este daba casi al frente de nuestro departamento. Solo la familia del juez  Jiménez vivía frente a la familia Gandulfo. Después no había otra cosa, donde hoy es la Mansión, todo era  baldío cercado con una tapia. Esto a modo de pintar el panorama de Las Termas de entonces.

Dejo de lado un montón de anécdotas de cuando vivía en el campo, porque quise de alguna manera resumir esta pequeña historia de cuando llegué a Termas.

Tuve una buena niñez, y una no muy buena adolescencia, pues enfermedad que pasaba por Termas no se iba si antes no me atacaba a mí.

Pero aun así, con el cariño de mis tíos, la protección que me brindaban pude pasar todas. Todo tenía cerca, la iglesia, el cine, la municipalidad, el casino, en fin, en principio me costó acostumbrarme pero con el correr del tiempo, hice mis primeros amigos y amigas y el “tontito” del campo de alguna manera se fue avivando un poco.

Los sábados eran sagrados, tenía muy cerquita el cine Rex  y el cine Termas. Me veía todas las películas de ese tiempo. Las de cowboy, las de romanos, los musicales de Elvis Presley y del mejicano Aceves Mejías. En el rubro cómico, las de Sandrini y Cantinflas. Después vino la euforia de la Nueva Ola, nacida desde el Club del Clan. Palito era el Rey y Leo Dan le seguía muy de cerca. Hasta que llegó el tiempo en que comencé a incursionar por los bailes de Termas. Eso sí; el domingo agarraba una bicicleta y me iba a Vinará a ver a mi abuela que me crió a la cual yo le llamaba mamá.

Desgraciadamente yo a mi madre, la conocí por fotos y cartas que escribía desde su lecho de enferma, primero en Córdoba y después en Buenos Aires. Pero en fin, la vida siempre fue gracias a Dios benévola  conmigo. Ya en grande tuve mi compañera que me dio cuatro varones que supieron recibir nuestro eterno amor. Seba, Sergio, Dany y Pablito.

Pero volviendo hacia atrás, a mi larga soltería. Pasó el tiempo de la diversión, el tiempo de pensar tan solo en bailes, peñas, de “colarnos” en casamientos y cumpleaños, de carnavales en Chauchillas y Los Núñez.
Llegó el tiempo de involucrarse en los problemas del país. - La política -  Primero desde la clandestinidad en el PCR y después mi afiliación al partido justicialista. Ganamos la elección del 73, y Carlos Juárez no tuvo mejor idea que darnos trabajo. Nadie le pidió, pero el viejo caudillo (que en esa época no era viejo), quiso que los miembros de la “Gloriosa  J:P”. Tengan trabajo, y ahí es que muy pocos compañeros en ese entonces, comenzamos a trabajar en el casino. Un sueño que se me hizo realidad. Muchas veces cuando aún no existía esta posibilidad, cada vez que pasaba por frente me decía. Yo voy a trabajar aquí algún día. El 24 de octubre de 1973, entramos; Víctor Medina “Banana”, Mario Cano “Bachi”, Héctor Santillán “Nito”, La “Nena” Monteros, la “Nena” Lizarraga, Carlitos Parrado, Miguel Coronel y “Chichí” Ailan. Éramos los administrativos, y otros compañeros a la sección juegos.

Y es aquí donde quiero comenzar esta historia, a la cual yo llamé “Historia de Casinos”. Más que nada porque en este lugar me sentí muy importante, y porque pasé parte de mi vida en la Rivadavia al 69. Era mi otro hogar con un montón de hermanos que, eran muchos de mis compañeros. Lo más jugoso de esta historia (si así se le puede llamar), es la cantidad de anécdotas (las que se pueden contar) de personajes reales que poblaron esa gran familia que era casinos provinciales. Por supuesto que alternamos buenas con malas, pero nunca imaginé que la mala haya triunfado ante la buena y que hayamos terminado de la manera que se acabó, una fuente de trabajo que dio vida, no tan solo a los termenses, sino a gente y pueblos como Selva, Ojo de Agua, Frías, Villa la Punta, Santiago y La Banda. Y fuera de nuestra provincia, Catamarca (El Rodeo) y especialmente Córdoba. (Miramar y Mina Clavero).-

Mis amigos de Facebook pueden pasar mis relatos a otros amigos. No hay problema. Esto es tan solo una parte de historia de gente de nuestra ciudad. Ya que la historia  de Termas antes y después de ser ciudad, nadie la cuenta a pesar de que tiene ricos contenidos. No será esta LA GRAN HISTORIA, pero para aquellos que fuimos protagonistas, quizás, así como sucede con la música, los recuerdos y la nostalgia a algunos les llegará. Es mi propósito, no ser muy ofensivo con algunos, pero hubo una época en la cual, se nos trató mal como a seres humanos. Y eso no lo puedo obviar. Por supuesto en algunas anécdotas tendré que cambiar nombres, pero en otras serán los reales. La mayoría de ellos fueron y son de mi estima, esto no es comercial. Algún día quizás se haga un libro, pero…para ello aún falta.

A los actores (los voy a llamar así) les pido que lo  tomen como un homenaje y por favor no se ofendan, si al final de cuentas a esto siempre lo contamos entre nosotros y nos c…….de risa.


Ramón Alfredo Domínguez  

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