Antes de que internet acabara con la época en la que la
mayoría de las personas compraban CDS originales, como en otras ciudades, en
Las Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, había “una mafia del CD”. En esa
mafia del CD, uno podía ser víctima o victimario. Algunas veces un disco de
algunos de mis amigos terminaba en mi casa, porque me lo había prestado, o
porque se lo había prestado a un amigo en común, porque se lo había olvidado, o
simplemente por lo que dimos en llamar “la mafia del CD”, cuando no podíamos
entender por qué misterio un CD había terminado en un lado o en otro. Por Eduardo Carrizo.
Por esa “mafia del CD”, yo tuve durante un largo tiempo, el
álbum “Clandestino” de José Manuel Arturo Tomás Chao, más conocido como Manu
Chao. Creo que esa placa era de un amigo de Chaco, y hoy lo tiene un amigo de
Las Termas que vive en el Sur. Sí, la mafia del CD no tiene fronteras.
Me gustaron todas las canciones de esa placa; así que
comencé a leer un poco de su historia, y
a escuchar otros de sus discos. Descubrí que era Francés; que era hijo de una
familia trabajadora, que era políglota –habla 5 o más idiomas- que apoyaba a
los trabajadores y distintas causas sociales, que tuvo una banda que se llamaba
Mano Negra –pilar del Ska internacional- y me conmovió la profundidad y la belleza
de sus letras sencillas.
Si bien me gustaron algunas de las canciones de “Próxima
Estación: Esperanza” –en ese disco está el hit “Me gustas Tú”- en general, no
me gustaron sus últimos discos. Igual decidí ir a verlo a Salta, motivado por
la placa Clandestino, por el hecho de ver a una histórica figura de la cultura
rock, y a mi primer artista europeo.
En el marco de su nueva gira por Argentina y Chile, el
artista tocó el lunes 2 de diciembre en el Estadio Delmi, de Salta.
En líneas generales, fue un show de dos horas y media, con
mucha energía, agite y fiesta. En vivo, el vestuario de Manu Chao parece el del
Chavo del 8, y el músico parece ser eso: un tipo simple, sencillo, tierno. Es
por esto que, en el escenario, su guitarrista, parece tener más protagonismo.
Musicalmente, el recital tiene energía, pero es monótono, se
repiten las estructuras regué-ska, y tanto agite comienza a saturarte. Para ser
un artista que viajó por todo el mundo, el show no tiene una gran variedad
artístico musical. Pero sobre todo, molesta que cambie el ritmo de las
canciones que uno conoce y que conmueven tal y como son, no con otro ritmo,
aunque siempre dentro del monótono estilo quiqui quiqui, kakakakka (ja).
Pero más allá de esto, el tipo que va a buscar fiesta, sorprendentemente
se encuentra con que, a pesar de que Manu tiene 52 años, el grupo brinda un
show con una mucha energía. Los tipos que van a
escuchar clásicos se encuentran con Clandestino, La vida es una Tómbola,
Bienvenida Tijuana, Mala Vida, etc. El
tipo o la mina que va a buscar a un artista comprometido políticamente se
encuentra con que Manu Chao le da espacios a integrantes de agrupaciones
ambientalistas para que, rapeando (ja), hablen en contra de la Minería a Cielo
Abierto, de Monsanto, sobre “El Galpón peligra, Austin contamina”, en
referencia a la planta de nitrato de amonio que se quiere instalar en el
departamento de Anta.
Es más, el escenario estuvo decorado con una gran bandera
que decía “Desalambremos la Vida”, “Fuera Monsanto de Argentina y de América
Latina”, “Ni un pibe Menos”. En el recital uno se encuentra hasta con el Perro
Santillán hablando de historia y presente, colonialismo, invasión, y
saqueo.
En fin a Manu Chao en vivo, se lo podría comparar con Los
Auténticos Decadentes pero con contenido político. ja
Más allá de esto, Cuando uno viaja -de vacaciones, a ver un
recital, un partido de fútbol, o lo que sea- disfruta de la actividad cultural
que va a hacer, pero también de todo lo que se produce en el viaje: hablar con
amigos de “familia, amistad, trabajo, política, religión, drogas” ja; conocer
lugares y gente; y compartir experiencias que después pasarán a ser anécdotas
de nuestras vidas. Ahí te das cuenta que lo que importa es el viaje, el camino,
porque "no hay un lugar al que llegar”, todos estamos “perdidos en el
corazón, de la grande Babilón”.
Por Eduardo Carrizo, periodista, colaborador de Café del Oeste
Fuente: Letra Penca
0 mentions:
Publicar un comentario