Fernando Tarrés: “Uno hace música honesta desde donde cree que la tiene que hacer”



10/01/2014. Fernando Tarrés es compositor, guitarrista y productor. Poseedor de un característico estilo donde el jazz y lo académico se fusionan, dando lugar a influencias que van desde Béla Bartók a Astor Piazzolla, Tarrés es hoy uno de los mayores referentes en la música de vanguardia de nuestro país. Por Nicolás Salvi.

Entrevista a Fernando Tarrés en Café del Oeste. 26/10/2013






En esta entrevista que realizamos en Café del Oeste en octubre del pasado año, repasamos la extensa carrera de este músico, que pasó diez años en los Estados Unidos trabajando con grandes del jazz como Danilo Pérez y Tom Harrell, y que a su vuelta a la Argentina fundó el sello BAU Records, que registró a la gran mayoría de los nuevos músicos de proyección en el país durante la última década. Asimismo charlamos sobre su presente, gustos e influencias musicales, y su visión de las políticas culturales en Argentina.

¿Cómo comenzaste en la música?

Bueno, la actividad principal, por lo menos los primeros años, fue la guitarra. Empecé a estudiar cuando tenía más o menos 10 u 11 años, y tuve la suerte que a los poquitos años estuve trabajando con un gran guitarrista, que de hecho es tucumano, pero hace muchísimos años que vive en Córdoba. Es como una gloria, se llama Pancho Barrozo, tremendo guitarrista clásico que también ahonda un poquito en el jazz, con él me forme.
Esos fueron los primeros años en la música, después tuve otro gran maestro que significo mucho para mí a nivel formativo, Carlos Franzetti. Es un pianista y compositor que vive en Nueva York desde hace muchos años. Yo escuche siendo muy joven un disco de él que me impacto mucho, ni siquiera sabía que era argentino. Por una casualidad entré a un teatro donde uno de los directores le estaba diciendo a los músicos que “nos visita en la ciudad este gran músico argentino” y yo así me desayune que él era argentino, que vivía en Nueva York, pero que estaba de paso. Así que lo conocí, y justo él se estaba radicando en la Argentina. Estuvo unos años y estudié con él composición.
Así surge mi otra gran pasión, que en realidad es mi primera gran pasión, incluso por encima de la guitarra, que es escribir música. Con él me formé varios años acá y después estudié en el exterior, y aproveche que él vivía allá para seguir estudiando composición de orquestación con él.
Esos fueron mis dos pilares en mi formación como músico.

Primero estudiaste en la Universidad Nacional de Córdoba ¿Y luego donde estudiaste en el exterior?

Yo me recibí en Córdoba y después me dieron una beca para ir a Berklee, que es una escuela mayormente de jazz que está en Boston, a donde fui y en realidad no me termine de hallar mucho. Es una  gran escuela y muchos amigos han ido allí, grandes músicos han salido de ahí, pero hablaba muy poquito el idioma cuando llegué, fue un poquito hostil para mí el aterrizaje allá.
 Justamente como Franzetti vivía en Nueva York me dice “mira, me parece que deberías ya directamente venirte para acá”, y apliqué para una beca para otra escuela que se llama “Manhattan School of Music”, en donde hice la maestría pero en composición clásica. Estar en la ciudad también fue una experiencia muy rica, me quede viviendo diez años allá, y ahí tuve la oportunidad de conocer y por suerte trabajar con muchos músicos de esos tremendos que uno escucha en los discos cuando es joven y de pronto estas trabajando con ellos. Fue una experiencia muy linda que termino en el año 2000 que vine de vuelta y me radique en argentina.

Danos un ejemplo de estos músicos con los que pudiste trabajar allí.

Por ejemplo, en Boston conocí a Danilo Pérez, con quien nos hicimos amigos, trabaje mucho con él, sobre todo a mí me gusta trabajar mucho con orquestas sinfónicas, y el hizo un par de proyectos con algunas orquestas grandes. A través de él termine escribiendo arreglos para músicos como Paquito D’Rivera o Tito Puente.
En el primer disco de Danilo arreglé unas canciones que cantaba Rubén Blades, y en ese disco tocaba Joe Lovano y Jack DeJohenette, entonces había hecho el arreglo y ahí estaba Rubén Blades cantando la canción que yo había arreglado y tocaban Lovano y DeJohenette, así que nada, ese tipo de encuentros como de película.
También Tom Harrell, un trompetista que yo admiro muchísimo, un tipo muy especial y con quien tuvimos una relación linda de amistad y de respeto. El aceptó del mismo modo participar en dos de los discos míos que grabe allá, lo mismo Danilo que tocó en varios de los discos míos.
Así que bueno, era trabajar con ellos, trabajar para ellos, y después tenés la oportunidad de interactuar más en horizontal con ellos en trabajos propios.

Vuelto a la Argentina ¿Fuiste a Buenos Aires?

Si, en realidad volví por una situación personal que me devolvió para acá. Terminó siendo una historia feliz, pero el arribo fue raro porque llegue a finales del 2000 y un año más tarde fue todo el colapso del 2001, se sintió como extraño. Pero quizá también eso fue favorable, porque artísticamente creo que en todo el país, pero en especial acá en Buenos Aires, en la escena del jazz hubo como una eclosión, que yo creo que toda esa crisis económica y social del 2001 hizo que se volviera mas aguerrida.
Así que yo llegaba lleno de ganas y con una experiencia inmensa, y me encontraba con un mapa de músicos argentinos que había cambiado mucho. Cuando yo me había ido no había tanta gente que tocara así de bien, no había tanta gente joven tocando. Cuando volví ya había algunos colegas, principalmente Ernesto Jodos que había ido a estudiar afuera, había vuelto y ya había dado a luz una camada de chicos más jóvenes que nosotros que ya estaban tocando bárbaro. Entonces viendo que era muy importante lo que estaba pasando culturalmente me pareció que era muy fundamental documentarlo. Por eso armé un sello discográfico más con un ansia de arengar a toda la movida nueva, ya que no era una cuestión comercial necesariamente, sino más bien de dejar documentado. Con ese sello edite casi ochenta discos en diez años más o menos, que tienen una buena parte de lo que esa música ha significado acá en los últimos diez años.

En tu composición encontramos elementos clásicos, mucho Bartók, algo de Stravinski, y obviamente de Piazzolla siempre presente ¿Pero qué otras influencias tenés de músicas populares o de músicos contemporáneos a vos?

Bueno, básicamente eso que se escucha es lo que soy, es lo que más me ha tocado, y al mismo tiempo esos músicos clásicos que son muy puntuales, Stravinski, Bartók, podríamos sumar a Ligeti, son justamente todos los tipos que cuando escuchas su música… yo he pensado mucho de esto, a todos los músicos del jazz o a los músicos populares cercanos al jazz nos terminan conmoviendo los mismos músicos clásicos. Creo que tiene que ver con un aspecto rítmico de la música y con una cuestión de la pulsión rítmica que esos tipos tenían. No es casualidad que los tres, Ligeti, Bartók y Stravinski, fueron músicos que dentro de una clara tradición clásico contemporánea,  se nutrían de músicas populares, en el caso de Stravinski de danzas rusas, Bartók también tenía muchísimo de la métrica y las rítmicas populares de su país, lo mismo Ligeti.
Eso desde el plano de lo clásico, de lo popular Piazzolla definitivamente, Gismonti, Hermeto Pascoal, y me gusta mucho el folklore. No soy un gran músico de folklore, nunca me he metido a tratar de honrar el género desde adentro, pero siempre he abrevado, hay cuestiones rítmicas y demás que nacen del folklore. A lo largo de los años he hecho proyectos de folklore. Hice los arreglos para un disco para Mariana Baraj que eran canciones de folklore, después hice un proyecto de tres discos con una cantante colombiana muy exquisita que se llama Lucia Pulido, y ahí con ella hacíamos música de las costas colombianas y música argentina tradicional, revisitada desde mi lenguaje, pero hay un montón de canciones folklóricas. Hace un par de añitos hice un proyecto muy lindo con Juan Quintero, tucumano, cantante y tremendo compositor también, que a él si lo considero como el músico moderno de folklore.  Con él hice un proyecto con orquesta sinfónica que es muy lindo.
Casi siempre me encuentro volviendo al folklore, no me animo a decir que desde adentro, pero yo que sé, la música de Carnotta me gusta mucho, Dino Saluzzi por supuesto, muchas cosas viejas también, el Cuchi.
De esa melange de cosas extrañas, música urbana, música popular y música clásica, que por otro lado me parece que un poco lo mismo que está informando a casi todos los músicos populares. Algunas veces cobra una expresión más jazzística, otras más experimental, más moderna, pero digamos casi todo el mundo de mi generación y  de las posteriores abreven en esos lenguajes, Gismonti, Hermeto Pascoal, Piazzolla, los mismos músicos clásicos, y los mismos tipos dentro del folklore. Nombraba al Cuchi porque claramente su música tiene como una línea… no es que este cercana al jazz, pero hay una línea en el vocabulario armónico que se toca así de costadito al jazz…

La entrada que hizo del piano al folklore en Salta le dio una particularidad a la armonía de su música.

Absolutamente, y hay una cuestión de cierta libertad en el vocabulario y cierta libertad melódica que no existía antes de él, y por eso te digo, no es casualidad que los músicos de una generación y de un estilo escuchen mucho o se conmuevan, o se sientan identificados con los mismos músicos. Casi no hay colega mío que no  se sienta atraído por la música de Stravinski, y particularmente con un periodo de él, que es el periodo más ruso, el periodo donde esta cuestión rítmica es casi como música popular. Lo que pasa es que bueno, el tipo estaba reinventando la música, pero hay una esencia que no deja de ser música popular.

Nombrabas a Juan Quintero, lo que hacen con la orquesta es espectacular, “Paloma” orquestado es hermoso.

Para mí la diferencia de él con el resto de los músicos del folklore actual, de la gente de su generación, que deben tener diez años menos que yo, es que va a haber muchos más músicos como él de acá a unos años, pero me parece que él es el primero donde claramente todas estas cosas que yo te digo que en mi llegan y se conjugan como una información externa, que después se mete adentro y sale licuado, es como si él ya viniera con eso como propio. O sea, él no tiene una línea musical que se ve tocada por estas líneas, es como que su música ya incorporase eso desde el vamos, él escribe así, en su folklore eso ya está. Eso es lo que creo que es distintivo de él, que ha diferencia de muchos músicos que han estado abriendo un poco el folklore, ya sea o completamente desde afuera o completamente desde adentro rompiendo algunos esquemas, él me parece que lo concibe desde otro lugar. Vos no escuchas rupturas, vos escuchas la misma frescura del folklore pero con otro nivel de apertura, eso es lo que me parece muy valioso de cómo él escribe. Entonces laburar con él con la orquesta es una preciosura porque su música fluye tan naturalmente que es muy fácil motivarse y escribir alrededor de eso.

Además animarse en Tucumán, donde todavía los siguen cuestionando a los Hermanos Núñez, es un ámbito complicado para el folklore.

Eso yo lo he experimentado, en Estados Unidos ya no tanto porque es mucha más gente empujando el carro, nada más que por eso. Pero durante décadas hubo muchos músicos del jazz, y al día de hoy muchos músicos blancos del jazz que de alguna manera tienen que mostrar que ellos conocen la tradición, como que el título habilitante para hacer algo nuevo es formar parte de lo viejo o poder hacerlo. Entonces pasa con el folklore que tiene dueño, del mismo modo que el tango. Vos podes hacer cumbia y nadie te va a decir nada, pero ponele, hace unos años el Festival de Jazz me comisionó un tributo a la música de Piazzolla desde las perspectiva del jazz, y aun siendo este el músico transgresor, el más nuevo de los tangueros, sigue siendo un tanguero, y los tangueros te miran con recelo, como diciendo “flaco, que hace este tipo metiéndose con nuestra música”.
El folklore y el tango son como un patrimonio, y ahí que bancarse eso, que cuando te metes ahí te vas a ligar un par de sopapos sin lugar a dudas. Eso es inevitable, pero es parte del juego.

Por más que nos digas que no sos el mayor representante del folklore, no sé si habrás escuchado compositores como Abel Fleury o demás, pero creo que reinterpretas la milonga de la manera moderna y desde el jazz más interesante desde mi punto de vista.

Bueno, te agradezco, pero lo que quería decir con representante es esto mismo, son lugares a donde yo llego creo desde la honestidad intelectual como tiene que hacer un artista enserio,   pero no desde adentro, no vengo desde la tradición para abrirme paso. En ese sentido si se parece más al trabajo que habrán hecho Stravinski con la música de su país o Bartók, que tampoco eran músicos populares, eran músicos académicos, pero que tenían un sentir y una sensibilidad por esa música. Yo te diría que me vínculo con esa música desde el lugar que me toca, y en ese sentido creo que es muy honesto y lo hago con todo lo que tengo, pero no intento cargarme la chapa ni el título de. De hecho, a veces el preconcepto de arrancar la carrera diciendo “lo que yo quiero es reformular el folklore”, me parece que por ese camino no vas a ningún lado interesante. Yo traté más bien de sacarme todo ese peso de encima, y decir bueno, yo que sé, uno hace música honesta desde donde cree que la tiene que hacer, desde donde cree que le parece valida, y si la música está bien hecha, siempre va a haber gente que se emocione y se sienta tocada, y va a haber gente que no, porque es una materia muy discutible, y porque la música tiene que ver con la emotividad. Después se van armando las redes de donde uno va encontrando las vibras que tu música si toca y ahí se va conformando tu historia.

Contanos qué es Buenos Aires Underground.

Es el sello que te contaba. La idea era muy ambiciosa, finalmente la Argentina me ganó debo reconocer, somos un país bravo, tenemos el no fácil. Lo que paso es que yo volví y fue una mezcla de sorpresa de encontrarme con tanta gente joven que estaba haciendo cosas muy interesantes, y más que nada de ver que en Estados Unidos, sobre todo donde yo estaba, en Nueva York, que es una ciudad tan grande y con tanta cantidad de producción artística, la sensación era que la única que cabía era hacerla de uno, sacar los codos y tratar de ascender la cadena alimenticia, no había muchos motivos para pensar que uno fuera a cambiar la intrahistoria de la ciudad, la ciudad no le pertenece a nadie, es muy potente. Cuando llegue acá tuve la sensación de que acá uno si puede hacer la diferencia, somos todavía un país muy chiquito, muy pobre en muchos aspectos, y me parece que continuamente hay gente que desde un esfuerzo individual termina torciendo un poco el camino. Entonces yo dije bueno, vamos a laburar en algo que no es estrictamente la función del artista, es más como de productor, pero tratar de que esto no pase desapercibido.
La idea era bastante más ambiciosa de lo que fue, finalmente terminó reduciéndose a un sello discográfico muy fino, muy cuidado, muy lindo, donde hay una música súper valiosa que difícilmente se hubiera documentado si no lo hacíamos nosotros mismos. La idea original era más amplia, era más interdisciplinaria, era tratar de justamente pasar por encima de esas fuerzas un poco negativas que siempre andan dando vueltas y que tratan de negarlo todo, de instituciones que no hacen su trabajo. Y bueno, no es lo mismo pelear contra esas fuerzas como individuos a como colectividad, nosotros somos toda esta generación de músicos comprometidos.
Hasta donde pude lograr que eso se plasmara dio unos resultados muy lindos. En el 2004 y 2005 la cancillería nos dio apoyo para que pudiéramos hacer un festival que se llamaba “Buenos Aires Underground”, que se hizo en un montón de ciudades afuera. Lo empezamos en Nueva York, bajamos por Miami, México, Colombia, Brasil, y terminamos en Buenos Aires. Y son cosas no menores, ir nosotros argentinos a tocar jazz a Nueva York que es casi una falta de respeto si se quiere.
Después tratar de abrir mercados, tuve una alianza con Lucia Pulido, porque yo decido empezar a hacer proyectos que eran invitar a un músico del exterior a que viniera a hacer un trabajo que se plasmara en Argentina y se llevara a ese país. Entonces hice un proyecto con músicos chilenos, dos con colombianos, uno con un músico de Holanda, y uno con un músico de Nueva York. Esos músicos vinieron y grabamos música que se gestó acá en Buenos Aires con músicos argentinos. Eso nos fue abriendo puertas para que no solo estos proyectos, sino que otros discos comenzaran a distribuirse en esos mercados, y eso dio la posibilidad de que otros músicos viajaran y salieran. Eso en un punto se fue, no cortando, quizás yo me fui cansando un poco porque la demanda energética que eso toma es gigantesca, paralelo a hacer música y pagar las cuentas, cargarse un proyecto de esa naturaleza al hombro, en un lugar donde insisto hay muy poquita institucionalidad.
Seguramente el programa en el que estamos depende mucho del esfuerzo, del amor y la fuerza que ustedes le ponen, y así se construye casi todo acá, depende de la voluntad de la gente que lo hace.

Pero han quedado grabaciones hermosas, Tarco Trio, Luis Natch…

Si, por eso te digo, lo que me parece que en última instancia quedó ya está ahí para siempre. Mucha dé esa música no hubiera visto la luz, incluso creo que pasó algo muy lindo, que es cuando un sello da el salto cualitativo, porque una cosa es agarrar música que de todas formas iba a existir y hacerla un disco, que no es menor, es un esfuerzo, pero es algo que ya existía artísticamente. Hay cosas que no hubieran existido si no hubiera existido este sello, hubo encuentros de músicos, hubo músicos con ganas de hacer cosas porque veían que los otros hacían cosas, y entonces ahí decís “ah, mira que groso, esto ya está cumpliendo una función”. Los dos primeros discos de Aca Seca están en ese sello, un disco de Marcela Pallares que es muy lindo, todos los discos de Luis Natch, dos de los discos más lindos de Ernesto Jodos, Tarco Trio como vos dijiste, hay cantidad de música muy valiosa.


Además, muy lindas las entrevistas que quedaron, muy buen entrevistador usted Fernando.

En una época yo realmente he puesto tanta energía en esas entrevistas que a veces me da risa cuando me acuerdo. Pasa una cosa, las cosas que necesitarían más apoyo, mas contención para que la gente las pueda digerir, son las que menos reciben, y las cosas que son más simples de digerir son las que tienen más apoyo. La música de Luis Miguel es más accesible que la de Luis Natch, paradójicamente la gente sabe quién es Luis Miguel, en donde nació, con quien se casó, que le interesa, que a veces es importante, eso acerca a la gente a la música, y justamente eso es lo que no hay en las música más álgidas. Otras de mis metas era esa, mostrarle a la gente quien eran estos tipos que hacían música, y salen cosas muy interesantes, porque toda esta gente es muy comprometida con lo que hace. Así que bueno, en esa serie de entrevistas salieron cosas muy bonitas.

Claro, por ejemplo, en una entrevista escuchar a los dos grandes, Fernando Tarrés y Juan Quintero charlando sobre King Crimson, son momentos únicos que quedan.

Debería haber más de eso, porque son cositas muy simples de hacer, y supón que hay músicos por todo el país que tienen cosas para decir y que nos enriquecerían a todos. Esos son los carriles que no existen institucionalmente, y tiene que venir gente y medio inventar unos ranchitos que de alguna manera, por lo menos dejen eso hoy en la era digital que es tan económico y tan simple.
El Negro Aguirre de algún modo es otro tipo que hizo mucho de eso, subirse al auto, ir a buscar gente por el interior que valía la pena y grabarla. Y nada, yo lo conozco a él, sé que es un tipo súper honesto, un laburante tremendo, y sé que de ahí no se enriqueció ni se salvó nada, lo que puso es esfuerzo y tiempo. Esa música esta, yo tengo en mi colección de discos un montón de discos de esa serie del Negro y de unos guitarristas tremendos que grabó por el interior, y eso quedó para siempre.
Haría falta que gente de la generación más joven quizás se cargue un poquito de eso al hombro, que aparezcan un par de tipos que le pongan esa energía y años que le pusimos el Negro o yo, para que rejuvenezca todo eso.

¿Cómo anda el cuarteto? ¿Están presentando algún nuevo trabajo?

Estoy justo a punto de editar la segunda y última parte del proyecto sobre la música de Piazzolla, porque cuando eso me lo comisiono el festival, yo sentí obviamente lo que cualquiera “uy, otro homenaje a Piazzolla ¿para qué?”. Pero lo acepté porque me parecía que era un desafío musical, digo, plantear algo en serio y algo que intentase ser nuevo sobre una música que ya fue hecha tantas veces muy bien por él mismo, era una locura. Pero creo que le encontré una vuelta interesante, armé un noneto que era básicamente un quinteto de jazz más un cuarteto de cuerdas, y de esa mescolanza salieron algunas cosas muy interesantes.
Cuando empezamos a tocar eso en vivo, la música llegó a otro nivel, realmente fue como que el grupo encontró una manera muy propia y honesta de hablar esa música de Piazzolla desde otro lado, y eso pasó después que el disco. El disco número 1 igual es muy bonito, pero me parecía que el lenguaje improvisatorio ya había llegado a otra dimensión, entonces antes de dejar ese proyecto decidí también grabar eso para que quede, porque me parecía que era muy valioso.
Eso lo hicimos hace unos meses, yo me ocupe con un proyecto que estoy haciendo con Sbaraglia y lo deje de lado. Ahora lo retomé y acabo de mezclarlo, se supone que unos días antes de fin de año ya estará en la calle.

¿Qué proyecto tenés con Leonardo Sbaraglia?

Hace varios años en donde funciono la ESMA (Escuela Mecánica de la Armada), que es donde fue el centro de detenidos más grande de la dictadura, el gobierno de la nación hizo un centro cultural de la memoria, que todo tiene que ver con el eje temático de lo que pasó en ese sitio. Hace un año y medio se cumplían 30 años de la desaparición de Rodolfo Walsh, y me convocaron para hacer un proyecto, donde tenía que hacer lo que se me diera la gana básicamente, sobre textos de Walsh, para cerrar una jornada en tributo a sus escritos. Lo conocí a Leo, nos pusimos a trabajar juntos e hicimos un espectáculo que se basaba en dos relatos, en un cuento que se llama “Esa Mujer” y un capitulo que se llama “La Masacre” de uno de los libros de Walsh. Es un proyecto muy interesante que mezcla la actuación, el teatro, la improvisación musical, y yo me dedico mucho a hacer cosas cercanas al cine, a filmar, editar, y hacer trabajaos de intervención en tiempo real de imágenes. Esto es un espectáculo donde está el actor parado en medio del escenario, somos tres músicos que estamos haciendo música en vivo, y la escenografía es una gran pantalla donde se proyectan cosas que yo voy manipulando en tiempo real.
Estuvimos el año pasado haciendo eso, nos fue muy bien, fuimos por muchos lugares del país. Este año hicimos uno nuevo que se llama “El Territorio del Poder”, esta vez con textos originales. Es el mismo formato, yo aquí no toco la guitarra, uso dos computadoras, en una proceso la imagen en tiempo real, y en otra proceso lo que los músicos están tocando. Ellos tocan, yo los proceso, ellos escuchan lo que yo les devuelvo y se va generando un dialogo en donde se mezcla el texto mismo, la voz de Sbaraglia, que a su vez responde a lo que va pasando, porque si bien están pautados los guiones nunca se sabe lo que va a pasar sonoramente, nunca se sabe cómo vamos a reaccionar nosotros.  Así que es como si fuera una especie de jazz moderno pero con textos, es muy interesante lo que ocurre.

¿Que música es la que estas escuchando?

El último año me lo he pasado escuchando solo música clásica y contemporánea, no he comprado ni bajado discos de jazz. Si hay un guitarrista que escuché bastante a comienzos del año que se llama Jakob Bro, que de hecho va a venir a la Argentina. Es un guitarrista que debe tener 40 años más o menos y es tremendo, muy recomendable. Y he estado escuchando música clásica, mayormente a Ligeti, y desde hace unos meses he empezado a escuchar mucha música para trombón, porque un amigo muy querido que es un tremendo trombonista que se llama Pablo Fenoglio, cordobés también, y que muchos músicos jazz, opinan que él es sin dudas el mejor trombonista de América, me pidió que le escriba un concierto para trombón y orquesta. Así que estoy como metiéndome en la sonoridad del instrumento, por lo que estuve escuchando de distintos compositores de distintas épocas sobre el trombón, así que eso es lo que me tiene ocupado últimamente.


Nicolás Salvi
Café del Oeste

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