04/04/2014. Osvaldo Bayer es historiador, escritor y
periodista. Nacido en 1927, autor de ensayos y obras fundamentales como “Los
Vengadores de la Patagonia Trágica”, y ferviente militante del socialismo
libertario, Bayer es hoy uno de los intelectuales más importantes de la
Argentina y el mundo. Por Nicolás Salvi.
En esta entrevista, con la que inauguramos la temporada 2014
de Café del Oeste, platicamos con el historiador sobre la última película en la
que participó: “Simón, el hijo del pueblo”, obra documental sobre la vida del afamado
anarquista Simón Radowitzky.
Así mismo, la realidad política latinoamericana y argentina,
la actualidad del periodismo y la izquierda, y la trágica situación que siguen
padeciendo los pueblos autóctonos en nuestro país, fueron algunos de los temas más
importantes que en esta nota tratamos.
¿Cómo entró en el
proyecto de la película “Simón, el hijo del pueblo” y quien es Simón Radowitzky?
Entré al proyecto porque dos jóvenes cineastas y artistas me
pidieron por favor los derechos para filmar mi ensayo “Simón Radowitzky, ¿mártir
o asesino?” que escribí hace muchos años, y les dije que si por supuesto.
Hicieron un muy buen film, en donde también me pidieron que actuara y
escribiera como hice yo la investigación y etc. Ha tenido mucho éxito, acá se
ha dado durante muchas semanas en el Cine Goumont.
Simón Radowitzky fue un joven que actuó cuando ocurrió la masacre
que hizo el coronel Falcón con los obreros que quisieron festejar el primero de
mayo en el año 1909. Falcón fue el jefe de policía, había sido el mejor oficial
del ejército argentino en la masacre que hicieron con los pueblos originarios
con Roca.
70 mil obreros marcharon hacia la Plaza del Congreso, y el
coronel Falcón ordenó a la infantería de la policía de la capital hacer una
salva contra los primeros obreros que iban marchando, haciendo una matanza.
Fue una verdadera masacre, porque además era una
manifestación anarquista, quienes siempre llevaban a sus mujeres y niños a las
manifestaciones para que también fueran protagonistas, que estuvieran allí, así
que también cayeron mujeres y niños.
Este hombre siguió siendo jefe de policía, el gobierno de la
Argentina no hizo absolutamente nada por estas cosas que había realizado. Un
joven anarquista (Radowitzky) lo esperó 9 meses después a la salida del cementerio
de Recoleta. Lo espera y le tira una bomba, como hacían los anarquistas que
decían que la bomba era la expresión de la ira del pueblo contra los
represores. Esa bomba estalla, el coronel vuela en el aire junto a su
secretario, y cae muerto. La policía lo persigue a Radowitzky, lo toman preso,
le hacen juicio, y lo condenan a muerte, porque calcularon que tenía 23 años,
aunque él decía que tenía 18. Hasta que finalmente un pariente de Radowitzky
trajo de Rusia la partida de nacimiento y demostró que tenía 18 años recién
cumplidos, quedando exento a la pena de muerte. Pero es condenado a prisión
perpetua y enviado a Ushuaia.
Estuvo 21 años preso en Ushuaia. Hubo aspiraciones de los
anarquistas para liberarlo, pero fallaron en sus intentos. Posteriormente, en
el segundo gobierno de Yrigoyen en el año 30, los sindicatos anarquistas hacen
un paro general en la República por la libertad de Radowitzky, principalmente
los molinos harineros.
Yrigoyen se niega a pactar, pero la ciudad de Buenos Aires
se queda sin pan por ejemplo, y tuvo que ceder. Llamó a los sindicalistas y les
preguntó qué es lo que deseaban, y ellos
pidieron la libertad de Radowitzky. Yrigoyen accede, se envía un buque de
guerra a Tierra del Fuego para traerlo a Radowitzky a la libertad. El buque de
guerra llega al Río de la Plata, hace parar a un buque de carga que iba a
Montevideo, lo cargan en este a Montevideo y allí lo desembarcan. Así que Yrigoyen
cumple a medias el pacto.
Radowitzky en el Uruguay es detenido y estuvo 2 años en una
prisión hasta que los abogados logran su libertad. Pasa unos años en
Montevideo, luego en Brasil, y cuando la guerra civil española comienza en el
36, él se va a España a combatir por la Republica contra el fascista Franco. La
Republica es vencida por el fascista, y entonces tiene que emigrar, primero a
Francia y luego a México.
En México Radowitzky pide trabajar en una fábrica de
juguetes, y así va a trabajar varios años en esa fábrica hasta que muere a los
81 años.
Los anarquistas siempre dijeron que Radowitzky era un hijo
del pueblo.
Hablando de
anarquismo, usted se define como anarquista, pero ese término lleva a muchas confusiones.
Uno vulgarmente dice anarquista y viene a la mente alguien problemático que no
quiere las leyes. No creo que se defina de esa manera usted.
En si están mal designados, se tendrían que denominar
“libertarios”. Porque los libertarios quieren el socialismo pero en libertad, jamás
una dictadura del proletariado como querían los marxistas leninistas. Están
contra toda dictadura, y también contra todo mandato de gobernadores y lo que
fuera. Todo tiene que resolverse en asamblea, y ningún político puede estar más
de 2 años en el mando igual que los delegados obreros. Cuando terminan los 2
años tienen que volver a sus bases o fabricas a trabajar, porque sino realmente
pesa el individualismo.
Yo creo que es la mejor idea de democracia, libertad e
igualdad.
¿Cuándo comenzó a
comulgar con las ideas del socialismo libertario?
En la posguerra me trasladé a Alemania para estudiar la
carrera de historia. Los estudiantes alemanes en su gran parte se habían vuelto
totalmente antinazis ante las experiencias espantosas de la guerra. Buscaban
teorías políticas de más democracia y verdadera democracia. Había un gran movimiento
anarquista entre ellos.
Integre sus filas para aprender, para estudiar que era el
anarquismo, y me entusiasmo. Creo que es lo mejor, lo más libre y justo, en
cuanto a sistema.
Ya que hablamos de la
izquierda ¿Cómo ve la actualidad de la izquierda argentina y de la
latinoamericana que ha tenido distintos virajes estos últimos años?
Realmente Latinoamérica es otra comparada con 20 o 30 años
atrás, ha habido mucho movimientos. Hay gobiernos como el de Correa en Ecuador,
que es un gobierno muy limpio que está iniciando el socialismo; también en
Venezuela hay un gobierno socialista con muchas dificultades; y en otros países
se ha elegido la izquierda. Mire Uruguay que tiene como máximo gobernante a un
hombre que estuvo 13 años en prisión y fue Tupamaro. Hasta ahora no ha hecho
mucho el señor Mujica, pero de cualquier manera el pueblo uruguayo ha votado a
la izquierda.
También en Chile se ha votado en la izquierda y en otros
países latinoamericanos, se ve que hay un cambio comparado a otras décadas.
¿Y a este gobierno
actual de la Argentina como lo ve? Puesto que como todo gobierno peronista trae
discusiones, en las que la izquierda lo define como la derecha salvaje y la derecha
como la izquierda salvaje.
Claro, este gobierno ha hecho cosas que otros gobiernos no
fueron capaces, como es llevar a la justicia a los criminales de la última
dictadura. Por primera vez en la historia argentina un dictador ha muerto en
una cárcel común. Eso ya es un paso adelante, ha demostrado el coraje civil en
ese aspecto.
Pero realmente hay cosas muy lamentables también. Hay un
cierto grado de corrupción y una oposición que se opone a todo. De manera que
los argentinos tenemos un problema grave que debemos solucionar.
Tal vez se podría
considerar una inmadurez democrática de los argentinos, de los partidos o de la
clase política.
Si, el pueblo argentino ha cambiado tanto… En 1903, la
Capital Federal elegía al primer diputado socialista de Latinoamérica, Alfredo
Palacios. Tantos años después, más de 100 años, se elige a Macri, un hombre
ultraconservador.
¿Cómo ve el
crecimiento de la izquierda trotskista que hoy se ha decantado por presentarse
a las elecciones?
Me parece un movimiento interesante. Le ha dado la
posibilidad de hacerse conocida, pero todavía sigue siendo una minoría
absoluta. Tienen mucha actividad, a veces más que los grandes partidos
conservadores, radicales o liberales.
Realmente siempre están en la lucha esa gente, yo les tengo
un gran respeto.
Usted también es
periodista, todavía trabaja como periodista ¿Cómo ve la realidad del periodismo
en la actualidad sobre todo después de la Ley de Medios que ha llevado a varios
debates?
Mire, el periodismo tendría que ser absolutamente libre y
pertenecer a grupos profesionales de periodistas, y no a empresas privadas. Jamás
habría que permitirle a una empresa tener más de un medio, eso es verdadera
democracia, y no como en la Argentina donde una señora que no sabe nada de
periodismo, pero que enviudo de un fundador de un diario, tiene toda una cadena
de medios. Eso no es democracia.
Cada difusor de
periodismo tendría que pertenecer a periodistas, principalmente a cooperativas
de periodistas profesionales independientes, y no a empresas comerciales.
¿Le afecta la pelea
Clarín-Gobierno? Como por ejemplo cuando uno opina algo en contra del gobierno
y ya se lo tilda como un opositor acérrimo, y viceversa.
Yo soy independiente y digo la verdad que siento después de
un análisis, pero claro, esto me lleva a que la mayoría de los medios me
desconozcan completamente. En Clarín donde trabaje 12 años y fui echado por el
administrador que tienen, jamás me mencionan, ni ninguna película, obra de
teatro o libro que he hecho. El coraje civil como periodista hay que pagarlo.
Desde que usted tenía
el diario La Chispa en Esquel ha llevado una fuerte lucha para conseguir el
respeto por los derechos de los pueblos originarios ¿Cómo ve esta lucha desde
ese tiempo hasta hoy? ¿Ha habido cambios profundos en la situación del
colonialismo mental que tenemos?
No, políticamente no, desgraciadamente se sigue sin
reconocer los derechos de los pueblos originarios, el derecho a sus tierras originales.
Esa es una pena, es decir, que si viene una gran empresa con dólares, compra
tranquilamente esos territorios y así se talan los bosques, y no se respetan
ninguno de los derechos. Porque claro, los pueblos originarios no tienen
sentido de la propiedad, no tienen títulos de propiedad, ocupan esas tierras
desde hace siglos. Entonces los sacan de allí y les quitan las tierras. Es algo
que yo le reprocho a este gobierno.
Claro, es una locura
tener una estatua de Roca en el corazón de la Patagonia. Sería como hoy tener
una estatua de Videla en la plaza de mayo.
Exactamente, igual. Ya hemos logrado sacarle en 26 pueblos y
ciudades el nombre a las calles principales que se llamaban Roca. Pero hay muchísimo todavía, el monumento más
grande de la Capital Federal sigue siendo el monumento a Roca.
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En la audio-nota podrán escuchar la entrevista completa.
Nicolás Salvi
Café del Oeste
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