Por Nicolás Salvi
Desde el jardín de infantes, al argentino
se lo va ilustrando acerca de las fechas patrias más importantes. Las dos más
importantes, dicen los maestros, son el 25 de mayo de 1810 y el 9 de julio de
1816, que son: el día del primer gobierno patrio y el de la independencia
respectivamente.
Pero, ¿Lo son realmente? Como en cualquier interpretación histórica,
se deja cierto espacio a las opiniones subjetivas, sin embargo en estas fechas
estamos todos de acuerdo. ¿Por qué? ¿Cuál es realmente la importancia histórica?
A partir de marzo de 1816, diputados
de varias provincias se reunieron en Tucumán para establecer una asamblea
legislativa constituyente. Se hizo en Tucumán, con el fin de atenuar el fuerte centralismo
porteño. Pero al mismo tiempo, porque era una ciudad del interior fuera del
área de influencia del caudillo federal José Gervasio Artigas.
Es común imaginar, que todas las
provincias tuvieron sus representantes en el congreso, pero no fue así. Con la
excepción de Córdoba, La Liga Federal o Unión de los Pueblos Libres al mando de
Artigas, decidió no participar. Tampoco concurrieron una gran cantidad de
regiones del Alto Perú que por ese entonces se encontraban bajo el yugo
español. Paraguay, enfrentada con Buenos Aires, ya se comportaba como
independiente en 1811. También hay que excluir a las provincias del Gran Chaco
y la Patagonia, tierras que todavía estaban bajo el dominio nativo.
Vemos pues, que al Tucumán de
1816 solamente concurrieron: Buenos Aires, Cuyo y el Noroeste argentino. Fue
gracias a la presión de dirigentes nacionales, como el entonces gobernador de
la intendencia de Cuyo, José Francisco de San Martin, y de algunos otros influyentes
miembros de la asamblea (como Juan José Paso y Francisco Narciso de Laprida)
que fue posible la realización del congreso en Tucumán.
En Tucumán se discutieron muchas
cosas de importancia. Que las Provincias del Sur debían independizarse, era
algo generalmente aceptado sin mucha discusión. Los debates más importantes, en
realidad fueron los que giraron en torno a cómo debía conformarse el nuevo
Estado a declarar. Se postuló la idea de una monarquía parlamentaria, una
república democrática, una nación federal, etc. Todos temas que habrían de ser
resueltos décadas más tarde, mediante la cruenta guerra Civil. Finalmente, el 9
de Julio, se llevó a cabo la declaración escrita más importante de aquel
Congreso, el Acta de Independencia Argentina. Todos los presentes estuvieron de
acuerdo y fueron firmantes.
La declaración de Independencia,
a pesar de ser un paso importante en la formación de la República Argentina, no
tuvo la suerte de ser el primero de una continua e ininterrumpida serie de
acuerdos políticos pacíficos. Los ires y venires entre Constituciones de tinte
Unitario, y Federales, la lucha acerca de quién debía administrar los ingresos
de aduana, qué rol internacional debía ocupar la Argentina en el mundo, etc.
Todos estos, fueron temas que requerirían mucha sangre para ser resueltos.
Algunos, todavía hoy son discutidos por
la clase política.
La independencia de 1816 fue
decisiva en cuanto significó el deseo de autonomía de esas provincias del reino
de España y toda otra potencia. Se hizo evidente ante el mundo, que esos
pueblos querían ser libres, y gobernarse a sí mismos. Sin embargo, la
independencia por sí sola, no podía conformar una verdadera unión entre los
gobiernos provinciales. Recién entre 1853 y 1861, se logra establecer una
Constitución Nacional de carácter permanente. En ella, se reconoce la preexistencia,
y autonomía de las provincias, quienes delegan ciertas facultades al Estado
Nacional, órgano central, de nuestra todavía joven, República Federal.
Fuente: Voces de Río Hondo
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