El oficio de incomodar



De todo se ha dicho sobre el verdadero rol de los periodistas en las sociedades y puntualmente en nuestro país. A 12 años de kirchnerismo las discusiones parecen agotarse en saber de qué lado de “la grieta” te encontrás y poco se habla sobre el verdadero oficio del periodista, el de incomodar con la critica a los poderosos, a todos los poderosos,  los que están de un lado y del otro. Por Betania Álvarez Aráoz.


A la hora de escribir siempre prefiero aferrarme a grandes teóricos de la comunicación o referentes del periodismo para en ellos encontrar las herramientas que necesito para leer la realidad fuera del código maniqueo de las empresas mediáticas, publicas y privadas. Sin embargo resulta útil despegarse de ciertos prejuicios y escuchar a quienes hoy protagonizan, dentro de la escena mediática, la disputa por el sentido de los acontecimientos. Y esto es lo que me propuse hacer al asistir al reciente Ciclo de Conferencias organizado por La Asociación Bancaria de Tucumán, “Análisis de la realidad política argentina”, la cual tuvo como invitados a Diego Leuco y Jonatan Viale, dos periodistas  señalados por encontrarse dentro del sector opositor de la famosa grieta. Ambos “hijos de” Alfredo Leuco y Mauro Viale, sus respectivos padres y periodistas de larga data, con estilos muy disimiles, aunque posiblemente cercanos ideológicamente.

“Hijos de”, no solo por el vínculo sanguíneo, sino por que crecieron entendiendo el periodismo según los códigos familiares pero también supieron cómo alejarse de ellos para poder descifrar la compleja realidad política que nos toca vivir. Y quizás desde un lugar pocas veces entendido por el público, el de ser comunicadores dentro de productos de gran audiencia en donde prima el show y no el análisis de la realidad.
Retornando al evento antes mencionado, el mismo  estuvo organizado por La Bancaria, uno de los sectores más enfrentados con el gobierno provincial de José Alperovich de la última época, y como era de esperar estuvo plagado de lugares comunes que desde los sectores de la oposición repiten como casette viejo trabado. No con ello quiero decir que no signifiquen reclamos legítimos, sino que como sociedad, muchas veces cuesta alejarse de la noticia y pensar en el contexto y los porqués. Un claro ejemplo, y por ello muy reconocido, es la lucha contra la impunidad que hace casi 10 años viene llevando adelante la Comisión de Víctimas de la Impunidad que cuanta con Alberto Lebbos como su máximo referente a nivel nacional. El papá de Paulina Lebbos, quién supo sobre llevar su dolorosa pérdida personal y a través de ella pudo poner en el tapete los oscuros vínculos entre la justicia y los hijos del poder. Alberto Lebbos también se hizo presente en el debate y fue calurosamente recibido por el público y los oradores porteños.


Militame esta
Entre los temas más abordados en la charla - debate estuvo el popularmente conocido “periodismo militante”, un término que no termina de cerrarme, ni desde la teoría, ni desde la práctica.
Mis primeros inicios en el periodismo -de hecho la primera vez que publiqué algo para ser leído por alguien más que no sea mi círculo íntimo- fue en una publicación de distribución gratuita
perteneciente a una agrupación universitaria de la que no formaba parte activamente, pero con la que simpatizaba. En ese momento puede acusárseme de hacer periodismo militante, pero no partidario, no me dediqué ni a florear, ni a entorpecer la realidad a fines de dejar bien parado a dicho sector político estudiantil. De más está aclarar que no recibía ningún tipo de dadivas por mi pequeña tarea. En aquel momento consideraba que el tema sobre el cual iba a escribir consistía en sí un dato periodístico, una información desconocida por la mayoría del estudiantado y sobre el cual debían estar informados. Me motivaba la sola idea de contar una noticia con un dato útil  y me atraía también la idea de incomodar a ciertos sectores del ámbito universitario, no solo a las cúpulas sino a todo aquel que hiciera la vista gorda frente a un hecho que perjudicara sus intereses o fuera en contra de los intereses de los estudiantes. Dicho así parece una tarea titánica y loable, pero nunca me interesó en sí el poder desde su tenencia física, lo verdaderamente interesante para mí en aquel entonces era la posibilidad de mantenerme cerca de él para conocer lo que realmente le incomoda, para hacer del ejercicio del periodismo una herramienta de crítica constante. Incomodar para desde allí construir.
Más adelante tuve la fortuna y la decisión de compartir un espacio de comunicación alternativa llamado ContraPunto, con pretensiones de alcance provincial y nacional. De a poco entendí  que solo desde allí podía ejercer ese rol de incomodar a quienes tienen mucho que callar, no porque la considere una tarea revolucionaria ni altruista, sino porque comprendí que sin esta impronta el periodismo no es tal, no existe.  En mis años “militando” la comunicación alternativa comprendí que el periodismo no solo se trata de una tarea de producción, de notas, entrevistas, artículos. Sino también de una tarea de re- pensar la propia práctica como comunicadora y de comprender la real dimensión de nuestro rol en la sociedad. Fue de ida y vuelta. Eso era para mí “periodismo militante” y lo ejercía con orgullo.
En la actualidad los juegos discursivos de la última década han hecho que la construcción “periodismo militante” solo les quepa a unos y no a otros. Todo se extingue en ser pro o anti algo. Así, ese “periodismo militante” no me identifica. Básicamente porque no es periodismo, o no debería ser llamado de tal forma. Genera igual indignación las denuncias que pesan sobre Amado Boudou como sobre Fernando Niembro, por que dejan al descubierto una trama inagotable de corrupción y complicidad, dentro y fuera del Estado, en el espacio público y en el privado. Negocios millonarios entre empresas y gobiernos que enriquecen a unos pocos a costa de muchos. La historia misma, nada nuevo. “Militar” eso sería obsceno.


Hacia la empresarización
Recientemente, también asistí en Tucumán a las jornadas “Comunicación, Política y Políticas de las Comunicación”. Dicho evento tuvo como invitado, entre otros, a Martín Becerra autor del libro “De la concentración a la convergencia: Políticas de Medios en Argentina y América Latina”, allí recuerdo que unos de los puntos que más alarmó al auditorio fue cuando se expusieron los nuevos negocios que trajeron aparejados las recientes regulaciones sobre tema medios, especialmente la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, mal llamada Ley de Medios, y la Ley Argentina Digital. En su charla, Becerra proponía salirnos de lo meramente discursivo y de los anuncios oficiales de los actores para centrarnos en los hechos, que es allí en donde reposa la verdadera implementación de ambas leyes. “A diferencia de lo que muchos creen, varios conglomerados concentrados privados y públicos han quedado fortalecidos entre el periodo 2003 a 2015”.
Sin dudas, resulta alarmarte pensar que cada vez más medios operan como empresas, sin embargo el oficio permite una salida. Así lo aseguraba Jonatan Viale en una de sus intervenciones “Todos los medios, van hoy hacia lo que yo llamo la “empresarización del periodismo, son básicamente empresarios haciéndose acreedores de empresas mediáticas, sin entender en profundidad de que va el oficio. La tarea de nosotros, los periodistas, es escaparnos de las operaciones mediáticas que benefician sus propios intereses capitalistas y ver más allá”.
Tareas difíciles las que proponen ambos comunicadores, sobre todo teniendo en cuenta los recientes hechos que han acontecido en Tucumán con las elecciones provinciales.  En donde los medios-empresas-gobierno han realizado una abanico de maniobras para tergiversar a su merced la realidad y que sin embargo no han podido tapar el sol con un dedo y han dejado al descubierto un sistema electoral por demás viciado con lo peor de nuestra sociedad.


In to the Grieta
La grieta es discursiva pero también es real. Tucumán quedó en la escena de la polarización nacional luego de las denuncias de fraude y la mar en coche. Salirse de ella es la tarea, por lo menos desde quienes compartimos la pasión de contar con palabras la realidad.

Pocas veces se me ocurre el título de una nota antes de que la misma esté escrita en su totalidad. Con esta nota pasó lo contrario, sabía su título antes de encender la computadora. Pero lo que creo en realidad es que se trata de algo que está resuelto desde hace bastante tiempo. El caminar por distintos espacios de comunicación tradicional y alternativa lo han ido reafirmando con el paso de los años. Con un pie de un lado y del otro de la grieta prefiero dejarme caer dentro de ella, en su profundidad, para aprender desde adentro el oficio de incomodar. Una aprendizaje sin punto final. 


Por Betania Álvarez Aráoz
Café del Oeste

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