Sub-Coop: “Tenemos cosas que decir de la fotografía y de la vida política y social”



Sub es una cooperativa de 6 fotógrafos surgida en Buenos Aires en el año 2004. Tomando como inspiración a las fábricas recuperadas y otros ejemplos cooperativismo de nuestro país, Sub se plantea desde la contracultura hacer un trabajo en el que se profundice una identidad colectiva y buscar nuevas dinámicas para el trabajo fotográfico. En su visita a Tucumán durante la Quinta Bienal de Fotografía Documental, charlamos con dos de sus miembros, Nicolás Pousthomis y Gerónimo Molina. Publicada en la edición web de diciembre de 2012 de ContraPunto.

¿Qué es Sub-Coop?
Nicolás Pousthomis: La respuesta puede quedar en lo básico y te puedo contestar eso: una cooperativa de fotógrafos. Hablábamos con Gero ayer que nos damos cuenta que en realidad es más de lo que nosotros podemos controlar. Sub, por un lado son las seis personas que se unieron dentro de una cooperativa de trabajo buscando dos objetivos, uno poder sobrevivir como personas, o sea tener un sueldo digno a través de nuestro oficio; y un espacio abierto de militancia y expresividad personal para cada uno. Entonces tiene esas múltiples facetas que componen un ente que también es como muy abierto a cambios y mutaciones. En parte es eso, algo medio incontrolable que nosotros vamos moldeando, y también nos va moldeando el proyecto, que en él muchas veces están las expectativas que nosotros tenemos y a veces sentimos que se va creando en base a lo que la gente percibe de lo que es. Los fotógrafos trabajamos desde la comunicación con las imágenes y también desde nuestra actividad diaria, desde lo que vamos haciendo con el colectivo.

¿Tiene una idea política el colectivo?
Gerónimo Molina: Me gusta pensar a Sub como un territorio de libertad en una manera, donde justamente esta esa dimensión de que somos trabajadores, y estamos en ese proceso de asumirnos como trabajadores, que creo que es algo que se debe el fotógrafo o la fotografía en general por lo menos en Buenos Aires esta como en esa dimensión de un poco artista medio bohemio. Nosotros fotoperiodistas también somos trabajadores y estamos en relación con los medios, con empresas. Dentro de la cooperativa y hacia fuera, en la medida que lo podamos hacer, establecemos otra relación de trabajo, con el dinero, con el medio de producción, y me parece que eso es práctica política también, más allá del modo de organizarse en asamblea, que es un poco propio del cooperativismo. Esta esto que de entre todos hacemos fuerza y nos hacemos fuertes para cambiar algunos modos del trabajo, la producción y la creación. Bueno, como decía el Nico, es un espacio de militancia dónde venimos gente de distintos espacios, distintas historias y confluimos ahí para fortalecernos y poder producir desde esas especificidades y desde esos consensos que los tenemos.

¿Trabajan en otras agencias u otros medios?
NP: No, de Sub salen los seis sueldos de los que trabajamos. Cada fotógrafo que trabaja en Sub vive de ese ingreso. Desde el comienzo en 2004 hubo ese compromiso de cada uno de ver al hecho colectivo no solo como una etiqueta, sino que era una vuelta a otros modos de relacionarse como individuos, y que nuestras prácticas cotidianas de trabajo tenían que ver con lo discursivo. Desde un principio todos los contactos de cada fotógrafo fueron al grupo, cada vez que le llega un laburo a un fotógrafo especifico, ese trabajo es derivado al grupo, nadie trabaja por separado. Digamos que es medio necesario, hay meses buenos, otros no tan buenos, entonces dependemos todos de todos.

Dentro del estereotipo de lo alternativo, el trabajo se supone como amateur ¿Cómo viven el ser profesionales dentro de este mundo?
GM: Yo no sé si lo pienso como alternativo, hablo por ahí medio personalmente, lo veo como mi proyecto de vida. No sé si nos pensamos como en oposición hacia algo más profesional. Creo que el desarrollo de la cooperativa fue de una fotografía quizás más urgente, más de denuncia, más del momento, a otro modo de contar; y quizás sí, para sostener el proyecto desde el lado económico hay que elevar estándares y pensar en más grande. Por ahí de repente lo que antes nos costaba un poco más y ahora hacemos es que si hay una fecha de entrega lo hacemos, si podemos tener más calidad, tenemos más calidad, pero no por esa oposición alternativo-profesional. Nosotros sentimos que tenemos cosas que decir respecto de la fotografía, y de la vida política y social donde nos movemos. Tratamos de hacerlo de la manera más contundente, penetrante y en los foros donde esas cosas puedan gravitar. No nos interesa lo alternativo per se, si otro modo de producir cultura o lo contracultural. Si la calidad sirve, venga, pero va en función de lo que en ese momento se quiere transmitir.



¿Cuáles son sus objetivos a corto y largo plazo?
NP: Los objetivos siempre son de sostener el proyecto, eso es a corto y a largo plazo. Es difícil proyectarse a larga distancia, porque uno no sabe los cambios que tiene, y nosotros siempre estamos dispuestos y preparados al cambio, nos gusta que el proyecto no se estanque, que no quede cerrado a una forma, le damos espacio para que la cosa se vaya reformulando. A veces decimos eso: “ojala que dentro de 10, 15, 20 años todavía estemos laburando en Sub” porque nos da un espacio de libertad para funcionar como fotógrafos que es bastante… no sé si envidiable, porque nunca me tocó trabajar en un diario, pero yo siento que es como mi manera ideal para trabajar como fotógrafo. A corto plazo creo que sería llevar a cabo los proyectos que tenemos.

¿Se puede encontrar “arte” dentro del fotoperiodismo?
GM: No se, siempre discutimos cuando hablamos de las fotos si son obras. Yo me siento más trabajador que artista, pero no hay un consenso en Sub sobre eso. No me lo pregunto mucho, si sobre cosas que conmueven y transmiten, y cosas que no; o cosas que son más como adornos, y cosas que son herramientas, a mí me sirve más pensarlo desde ahí. Creo que si hay un consenso histórico, para que esa historia viaje, transmita y penetre tiene que tener una vuelta estética, identidad propia, las pensamos por ahí. Después, nos hemos presentado en una bienal de arte, pero yo no me termino de creer esa parte. Bueno si, son obras, capaz que lo sean. Yo veo herramientas y dispositivos de comunicación.
NP: Yo creo que lo que le pasó a la fotografía es eso, el proceso fotográfico supone cierta inmediatez que durante mucho tiempo muchos fotógrafos documentalistas lucharon para llegar a ese rango de arte, por eso hubo una pelea a ese nivel. Ahora como cosa de mayor salud sacamos de encima eso y nos podemos preguntar otras cosas, porque terminó siendo respetada como un género artístico la fotografía documental o la fotografía. Incluso la palabra “documental” tiene muy buena reputación, Marcos López, fotógrafo de arte contemporáneo, reivindica esa palabra como una palabra valida, cuando antes se hablaba más de lo introspectivo, yo cuento mi visión del mundo y a través de él mi universo. Ahora se trata de transmitir algo más del momento, generacional, que incluye más protagonistas. A partir del momento que esos fotógrafos ganaron esa pulseada podemos volver a ese debate primero a donde va Gero, que a mí me parece más interesante también. La etiqueta esa puede servir o no, si te sirve o no en el contexto, para nosotros sigue siendo mucho  más importante el mensaje, la historia o los protagonistas de las imágenes que nuestro propio ego de artistas o la consideración que podamos recibir de eso. No es algo que nos planteamos resolver, dejamos que los otros lo tengan como algo importante o lo debatan.

Por ContraPunto - Prensa Alternativa
Fotos: Sub

Edición impresa web correspondiente a Diciembre de 2012
Disponible completa en http://issuu.com/contrapuntodigital 

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