El fotoperiodismo ha abierto el año con una nueva polémica, tras conocerse las fotografías ganadoras de los World Press Photo 2012. Y es que la imagen que ha sido seleccionada como fotografía del año, realizada por el fotógrafo sueco Paul Hansen en Palestina, durante el entierro en Gaza de las víctimas de un bombardeo israelí, ha sido criticada por lo que muchos consideran un exceso de “retoque” para tratarse de una instantánea fotoperiodística.
Y resulta evidente que la imagen ha sido editada por zonas, contrastada y desaturada hasta un extremo que personalmente no me termina de convencer, aunque está bastante de moda dentro de fotografía periodística. Pero estamos de nuevo volviendo sobre un tema recurrente y que ya tratamos de alguna manera en un artículo previo, que puede consultarse aquí. Y es que, ¿quién marca los límites?, sabiendo que, al igual que se hacía en la fotografía analógica, todas las fotografías que vemos en la prensa están de una u otra manera editadas.
Lo único que en esta ocasión sí es verdad que la imagen de Paul Hansen ha traspasado unas fronteras que hasta para el más neófito aficionado a la fotografía resultan chocantes. Un acabado “casi pictórico” impregna la imagen de una bella estampa, pero con una artificiosidad que cuando lo que se muestran son los cadáveres de dos niños palestinos, uno duda de que esa esteticidad nos envuelva en un velo que nos impida ver la tragedia de fondo.
¿Es necesario este tratamiento de la imagen para mostrarnos una noticia de este tipo?. Seguramente no, aunque aquí ya entraríamos en cuestiones de índole personal, profesional, de los medios, que tendrían que ser analizadas en profundidad. Es obvio que esta imagen ha conseguido superar las reticencias de algunos de los personajes más influyentes del sector, como lo demuestra el premio concedido por un importante jurado, pero habría que ver hasta qué punto estos premios representan el sentir mayoritario de la profesión, o representan unos intereses mediáticos que abogan por la imagen embellecida como producto de consumo, que pueda competir de tú a tú con cualquier otro tipo de imágenes, ya sea de las que cuelgan de una galería, o de las que ilustran las revistas de celebridades.
En todo caso, tampoco hay que dar pie para que ciertos puristas, poco conocedores realmente de la historia de la fotografía, vuelvan a invocar a los diablos, mencionando la imagen digital y la poca credibilidad que tiene, dada la facilidad con que podemos alterar los píxeles que la forman. No hay nada más que detenerse en las fotografías del histórico W. Eugene Smith, y visualizar las diversas “manipulaciones” que realizaba en el laboratorio con el objetivo de conseguir una imagen mejor terminada y más bella y atractiva. ¿Habría que condenar a uno de los fotógrafos más comprometidos y éticamente intachables, como W. Eugene Smith, por ello?. Seguramente nadie se lo plantee, en parte por provenir del mundo argéntico, donde todo era más “real y objetivo”.
Por mucho que no nos guste el acabado visual de la imagen ganadora de los World Press Photo, sobra decir que vivimos una tendencia, marcada por el uso de los móviles y sus aplicaciones, que están trayendo una estética que poco a poco está afectando a todo tipo de imágenes, y no resulta extraño ya encontrarte en un periódico fotografías al “estilo Instagram”. Habrá que ver con el tiempo de qué manera acaba afectando al “producto fotoperiodístico”, y al contenido, que debería ser lo verdaderamente importante en este caso.
© Paul Hansen
Arriba, fotografía de W. Eugene Smith. Abajo podemos ver “el antes y el después” de su tratamiento en el laboratorio.
Fuente: www.odaaniepce.wordpress.com
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