Nicolás Zavadivker: El Legado de Samuel Schkolnik


25/06/2013. Nicolás Zavadivker es doctor en filosofía por la Universidad Nacional de Tucumán (UNT) donde se desempeña como profesor en la Facultad de Filosofía y Letras y la Facultad de Derecho. Es autor de los libros “Una ética sin fundamentos” y “La ética y los límites de la argumentación moral”, compilador de “La ética en la encrucijada” y co-compilador “El legado de Samuel Schkolnik”, siendo uno de los jóvenes filósofos más prometedores de nuestro país. Por Nicolás Salvi.

En esta charla, damos el puntapié inicial conociendo al “maestro” de Zavadivker, el filósofo fallecido Samuel Schkolnik, descrito por el mismo discípulo, en relación a su libro recientemente presentado “El Legado de Samuel Schkolnik” co-compilado junto con su hermana, Natalia Zavadivker. Además, nos habla de su primera atracción por la ética como su especialidad, dándonos algunos basamentos teóricos de esta disciplina filosófica, y da su opinión personal sobre el lugar que ocupa el filósofo en la sociedad actual.

Esta entrevista plantea ser la primera de varias, para ir conociendo y aprendiendo más sobre la ética y otros conceptos y lugares de la filosofía en general que se irán cruzando, de mano de uno de los filósofos más interesantes de la actualidad y de esta generación.


¿Quién fue Samuel Schkolnik y de que trata el libro que compilaron?

El libro que mencionas se llama “El Legado Filosófico de Samuel Schkolnik” libro que compilé junto con mi hermana -también doctora en filosofía- Natalia Zavadivker. Schkolnik fue un gran filósofo que dio Tucumán. Además de ser doctor en filosofía y profesor de varias materias (especialmente en la Universidad Nacional de Tucumán), fue un escritor de gran nivel, y a mi juicio no llegó a ser en vida lo suficientemente conocido, teniendo en cuenta el nivel que tuvo.
Era bastante conocido especialmente en Tucumán para los lectores del Suplemento Literario de La Gaceta, en el que publicó durante 44 años, dos tercios de su vida por lo menos, desde los 21 años. Escribía también poesía, cuentos, y su fuerte era el ensayo filosófico. Llegó a escribir 4 libros.  Escribía en general de de forma muy suscinta, habitualmente en La Gaceta; además reseñaba libros de forma muy original.
Era un filósofo excelente. Te agrego algunas cosas en el plano personal de mi relación con Schkolnik. Lo conocí en 1996 -cuando él estaba a cargo de la materia Ética de la carrera de Filosofía- y quedé deslumbrado inmediatamente. No era un mero profesor de filosofía, era un filósofo por sí mismo. Aun cuando hablaba de otros autores. Por ejemplo cuando daba Kant, uno leía “La Fundamentación de la Metafísica de las Costumbres”, que es la obra principal de Kant en ética, y escuchabas al Kant de Schkolnik, y era todavía mejor  y más convincente el Kant de Schkolnik. Es decir, era de esos pocos profesores que exponía tan bien al autor, que era mejor que ir a leer al autor mismo. Habitualmente se da lo contrario: uno escucha una aproximación del profesor a la obra y termina de entenderla bien con la lectura directa del autor.
También tenía por supuesto ideas filosóficas propias muy interesantes, que de alguna manera ingresaban en sus clases a veces como digresiones o como introducciones a las materias que daba. En Schkolnik había un nivel por un lado muy profundo, y por el otro una forma de decir las cosas de forma pausada y con la palabra justa. Había una cierta estética en su decir.
Esta era una visión más o menos generalizada entre los alumnos, pero yo creo haber tenido la suerte, y un poco la determinación, de decidir seguir a Schkolnik a cualquier cosa que él dicte, sea lo que sea y donde sea: charlas, materias de grado, cursos de posgrado, etc. Al año siguiente, ya aprobada la materia Ética, volví a sus clases como oyente. En fin, me hice como una especie de seguidor. Y apenas si hablaba con Schkolnik, porque yo era un poco tímido, y él hablaba tan bien que me inhibía un poco la conversación directa. Todos quedábamos toscos comparados con la riqueza y precisión de su lenguaje.
Con el tiempo tuve la suerte de llegar -de forma no buscada- a trabajar con él en sus cátedras, en su proyecto de investigación (que ahora continua bajo mi dirección), de hacer mi tesis de licenciatura y doctoral bajo su dirección, y de compartir charlas de pasillo en donde me seguía nutriendo. Realmente, en mi formación en particular, su influencia fue decisiva.


¿Qué es lo que le interesó a usted de la ética para seguir desarrollando esta materia en su tesis y libros?

Efectivamente esa es mi área, de hecho ahora estoy a cargo de la materia Ética en la carrera de filosofía. Mi tesis de licenciatura y doctorado, y mis libros corresponden al área de ética filosófica. Es mi especialidad y aquello que más me gusta dentro de la filosofía. Schkolnik ha tenido mucho que ver en eso. Si uno se fija con más detalle a él mismo no era lo que más le interesaba, pero igualmente daba con un gran nivel. Cuando entré a la carrera de Filosofía creía que mi interés principal era la Filosofía Política, que no es un terreno del todo lejano, pero no es lo mismo. Supongo que a través suyo me contagié. Quizás si él hubiera dictado Filosofía Política, cosa que daba como optativa unos años antes de que yo lo conozca, por ahí me hubiera enganchado por ese lado.
En la ética, igualmente, tenía intereses previos desde adolescentes. De adolescente me interesaba más que nada la cuestión de si existía algo así como una ética objetiva, problema que finalmente traté en mis libros. Me interesaba la cuestión de si la tolerancia era compatible con la idea de la ética objetiva. A mí me daba la sensación –te hablo reconstruyendo ese planteo, no digo que esté bien hecho- de que si había cosas que eran buenas o malas en sí mismas, entonces la tolerancia (que yo defendía) no tenía justificación. ¿Por qué tolerar el modo de vida de quien está simplemente equivocado y no corregirlo? Es decir, si alguien piensa de 2+2 es igual a 5 no parece tener sentido tolerar eso: más bien uno le enseña que no es así y le da una demostración suficiente. La tolerancia me parecía que tenía que ser más bien compatible con algo así como un escepticismo moral, en el sentido de una ética que no se funde en la objetividad de los valores. Ese fue un poco mi interés inicial, y de alguna manera, se fue trasformando el planteo hasta transformarse en mi primer libro, que se tituló “Una ética sin fundamentos”.


Y quien dice que es lo ético ¿No?

Claro, pero planteado así es ya un problema entre filosófico y político. Si lo que sea bueno y malo lo impone el Estado, o bien otro Estado más poderoso que los demás. O si lo impone mediante una especie de educación o evangelización, o bien mediante un mero accionar represivo. Eso también me daba vueltas en la adolescencia, y por suerte pude mantener -cosa que lamentablemente no es habitual- ese interés vivo durante toda la carrera, en la que habitualmente no se le pregunta al alumno que  piensa.


Vamos definiendo conceptos para ir tratando de entender mejor ¿Qué es la ética y cuál es la diferencia de la moral?

La ética es una disciplina filosófica que busca los principios generales de la moralidad.  Un sistema o una teoría de ética es por ejemplo la de Aristóteles, la de Kant, la del Utilitarismo, para decir algunos nombres clásicos, que buscan determinados principios, intentan fundamentarlos, y derivar de ahí, de forma indirecta, que normas o modos de actuar son correctos y cuales no. De modo que su relación con la corrección o incorrección del accionar cotidiano es indirecta. No es un discurso moralista, al estilo de un sermón, sino con pretensiones de conocimiento. Dentro de la ética, buscando eso mismo, se puede también llegar a formular la idea contraria, como en mi caso, de que no existen tales principios generales de la moralidad válidos para toda persona independientemente de la cultura de la que participen.
Ahora bien, la moral, en el sentido que yo le estoy dando a la expresión, no es una disciplina filosófica, sino que es un conjunto de normas y valores que rigen y regulan la conducta de las personas en una determinada sociedad. Es un concepto que revela más bien un hecho cultural que existe independientemente de la filosofía, y es el hecho que en toda sociedad humana existen normas y valores que más o menos nos dicen cómo comportarnos y que eventualmente llevan a juzgar al que no cumple ese estándar. En ese sentido, la ética es una reflexión filosófica sobre la moral, buscando lo que hay de universal y lo que hay de relativo en ella.
La moral existe en toda sociedad independientemente de que haya filosofía. Por ejemplo, en la sociedad egipcia prefilosófica del 1500 a.c. ya había un código de conducta que se puede reconstruir, y cuya reconstrucción es más tarea del historiador y del sociólogo, y si es una cultura actual quizás también del antropólogo.



Entonces, si no hay una ética objetiva que se nos aplica a todos ¿Qué es lo que mantiene en orden esta sociedad?

Cada sociedad humana para subsistir como tal, es decir, para no desintegrarse -que es un peligro constante en el caso de las sociedades humanas-, entre otras muchas instituciones cuenta con el derecho o la religión, y también con una moral. Si una sociedad no dispone de algo que regule las conductas, es probable que se desintegre, y puede que eso haya pasado algunas veces en la historia, así como ocurrió el equivalente en especies que no lograron adaptarse a su medio. La moral como tal cumple una función específica. No necesita de la filosofía, y cuando digo que no necesita de la filosofía quiero decir que no necesita de una fundamentación ultima para ser tal, por eso puede haber una moral sin fundamentos. Si es cierto que internamente dentro de cada sociedad hay una idea de lo que se está haciendo no es arbitrario, que responde a un sentido ulterior que puede ser religioso, filosófico, o simplemente la idea de que eso está bien porque es así, sin ninguna justificación dura.


Para terminar e ir dejando abierto para un próximo encuentro ¿Cuál es el lugar que ocupa hoy un filósofo dentro de la sociedad?

Es una buena pregunta, y cuando digo eso quiero decir que su respuesta no es fácil. Se discute mucho eso dentro de la misma filosofía, y fuera de la filosofía ya pensando no tanto en el filósofo como en el intelectual en general. Más bien quisiera señalar por la vía negativa cuál no me parece que sea la única función del intelectual. Por ahí se espera mucho de los intelectuales su participación activa en la política como si fuera LA TAREA intelectual, la que finalmente vale algo.  Así, por ejemplo, circula mucha la idea, por ejemplo, de que un intelectual es bueno porque es activamente kirchnerista o porque no lo es. Yo no creo que sea así, no porque me oponga a que personas cultivadas asuman un compromiso político o ideológico y lo quieran llevar a la práctica. Pero si quisiera defender el hecho de que la filosofía es un estudio que no vale solamente por sus consecuencias políticas, sino que eventualmente tiene un valor en sí mismo. Y, por tenerlo, puede repercutir de forma indirecta, como muchas veces ocurre, incluso en las instituciones políticas o en los discursos circulantes. Muchas de las cosas que repetimos a diario, y que forman parte de nuestra cultura, tienen un origen filosófico lejano.
Por ejemplo, una frase famosa de Maquiavelo –que dicho sea de paso, así literalmente no está vertida en “El Príncipe”- es “El fin justifica los medios” (o su versión “el fin no justifica los medios”, que también circula). Es una idea que forma parte de nuestro acervo cultural, que permite legitimar o deslegitimar ciertas acciones. De hecho, si uno midiera por las consecuencias políticas inmediatas, la obra de Maquiavelo fue un fracaso total. Él quería ser algo así como un consejero del príncipe y no logró serlo. Sin embargo, a largo plazo sus ideas fueron de lo más relevantes, a veces para bien y a veces para mal. Podríamos comparar en este punto a la filosofía con las matemáticas. Cuando uno hace una teoría matemática habitualmente ésta no tiene una aplicación directa, y sin embargo después se le descubre, se la ve con el paso del tiempo. En ese sentido por ahí es mejor -al menos para mí, como una opción personal- que el filósofo busque la verdad sea cual sea ésta, sin saber nada a priori sobre cuál va a ser esa verdad, aun cuando se pueda equivocar en todo, y después ya se verá que pasa con eso. Como pasa un poco con las matemáticas o con tantas otras ciencias que finalmente a largo plazo llevaron a transformar el mundo.


Me parece que hay una sensación de que pensar las cosas en abstracto ya no le interesa al común de la gente, quiere entrar a lo práctico y ahí caer en la política

Si, pasa que… de veras aun siendo cierto ese análisis tuyo, la filosofía no es una función de la sociedad que le va a dar una especie de Tinelli para que entretenga a la gente. Cuando es eso, porque a veces lo es, seguramente no va a dar nada bueno desde el punto de vista del conocimiento. Puede entretener, puede hacerse un programa bien entretenido que se llame Filosofía…


(Interrumpo) ¿Aquí y Ahora?

(Risas) Por ejemplo, pero porque se llame filosofía cualquier cosa. No digo en ese caso. A mí personalmente no me gusta ese programa, pero si hay en él algo de filosofía. A mí lo que me molesta es que bajo el nombre de filosofía se venda autoayuda supongamos, o se vendan cosas que en el fondo, desde el punto de vista filosófico, no tienen ningún valor, y que es un producto para que la gente se sienta bien en el momento en que lee. Esa no es la posición al menos del filósofo profesional. Puede ser la forma de expresarse de mucha otra gente, y no digo que no sea una necesidad genuina de la sociedad que de alguna manera haya que cubrir, pero no hacen a lo fuerte de la filosofía.
Si yo escribo algo, y es muy probable que lo haya hecho, que de acá a 50 años no tenga ningún sentido leer, cuando ya pasó la inmediatez y el momento, entonces no hice nada valioso en filosofía. Aun cuando acá sea el máximo bestseller durante los próximos 2 o 3 años.
La filosofía no es un entretenimiento, es ardua. No me opongo en absoluto a la divulgación de la filosofía, y a su relación y conexión con otras áreas de la cultura, e incluso con otras disciplinas que sí son científicas. Al contrario, soy partidario de eso. Pero no creo que la “extensión” defina la investigación filosófica.


Nicolás Salvi
Café del Oeste

0 mentions:

Publicar un comentario

Twitter Delicious Facebook Digg Stumbleupon Favorites More

 
Design by Free WordPress Themes | Bloggerized by Lasantha - Premium Blogger Themes | Enterprise Project Management