En estos tiempos que corren, en los que parece que todo ya
está inventado, para quienes manejan la industria cultural desde la producción solo
queda el consuelo de saber hacer las mezclas justas para la fórmula del éxito.
Y esto es lo que vienen intentando lograr las distintas propuestas de
festivales en Tucumán. Por Betania Álvarez Aráoz
Una provincia, que si se me permite aventurar en un
diagnóstico, es de una identidad musical absolutamente diversa, y hasta en
algunos casos, estilos opuestos se enfrentan de forma irreconciliable.
Pero ¿por qué se apunta a comulgar a diferentes propuestas
musicales en estos festivales? ¿Es moda, rentabilidad pura o una demanda de
época? A simple vista son todo un éxito tanto desde lo económico como de lo
artístico. Las personas tienen un evento de jornada completa por el precio que
usualmente pagarían por un solo artista o conjunto artístico. Y
organizativamente la producción de un festival garantiza a priori más
auspiciantes y el incentivo de la puesta en movimiento de una maquinaria ideal
para la obtención de ganancias.
Con el fin de clarificar algunas ideas me propuse
encontrar algunas definiciones sobre lo
que es en realidad un “festival”. Según la popular herramienta Wikipedia, un
“festival es un acontecimiento o celebración, efectuado generalmente por una
comunidad local o por un municipio, que se centra en un cierto tema o un cierto
aspecto único de la comunidad”. Un aspecto único y de gran interés para los
tucumanos, es sin dudas la música, hasta ahí todos de acuerdo. Pero ¿en qué
formato, cuales estilos, a qué costos? ¿Quién decide cual música si y cual no?
No es la única definición, también se nombra festival a una
fiesta, en decir a un conjunto de representaciones dedicadas a un artista o a
un arte. En este caso, se trata de aquellas reuniones donde más de 10 personas
se congregan con un mismo fin. ¿Cómo hacer que esas 10 personas se transformen
en 10.000? ¿Cómo lograr que esas 10.000 personas salgan todas conformes?
Poniéndonos un poco mitológicos, un festival es también un
conjunto de celebraciones, en el honor de un Dios o de dioses. Desde el punto
de vista escénico no quedan duda que los artistas que se presentan en estos
festivales revisten ese título de dioses. Cualquiera que haya asistido alguna
vez a este tipo de eventos me dará crédito de ello. Piénsese en la figura DJ,
un sujeto que lleva consigo el poder de seleccionar y mezclar sonidos de una
manera que nadie más podría hacerlo.
Sin embargo la raíz de la original abreviatura Fest deriva
del alemán “fest”. Actualmente todo lo
que nos rodea es “Punto Fest”, y no solo de festivales de música hablo, muchos
festivales utilizan el "fest" como por ejemplo el celebrado por
Liverpool en la ciudad de México se llama Fashionfest, o el celebrado en verano
se llama Verano fest.
La moda “Punto Fest” llegó a Tucumán desde hace un tiempo, y
recientemente tuvo una prueba importante que fue la de convocar a un público
diverso en un predio virgen en cuanto a dicho tipo de eventos respecta. Estoy hablando del TucumanFest, evento que se
realizó en la provincia el pasado 5 de Septiembre en un clima por demás
primaveral. El festival tuvo la presentación de bandas locales de estilos de lo
más diversos como: Karma Sudaca, La Pineal, Los Tunches, Los Nietos de
Argentina, De los Pies a la Cabeza, Buenas y Santas, Giros, Sacha Inah y Narpoperules. Más tarde,
el plato fuerte lo dieron bandas de tono nacional e internacional Nonpalidece,
La Vela Puerca y Las Pelotas. El postre y lo que era verdaderamente llamativo
del festival fueron las presentaciones de Catarina Spinetta y Zeta Bosio DJs.
Cinco Puntos
Fest
Ahora bien, sin ánimos de desalentar y con intenciones de aportar
a la construcción de una escena cultural diferente en Tucumán presento a continuación cinco puntos en los que me
gustaría reflexionar sobre la realización de este tipo de eventos. Sin duda que
podrían ser muchos más, pero prioricé los siguientes:
Primero: la propuesta era festival de bandas locales,
nacionales e internacionales más la presentación de DJs. Ahora bien, la
comunión de las bandas de diferentes ritmos es algo a lo que el público
tucumano, tan segmentado y comido por los criterios de la industria musical de
estilos, no se anima a probar. La gran mayoría solo tenía interés en una de las
bandas y no veía la necesidad de presenciar los shows de las otras. Ni hablar
las bandas de escena local, que aunque pisan fuerte resulta una utopía ver al
público agolpándose para disfrutar de sus presentaciones.
Segundo: el precio de las entradas de forma escalonada es
algo que genera un poco de ruido, si bien son absolutamente compresibles las
razones de venta de entradas anticipadas, considero que el precio único en la
venta de las mismas evita las especulaciones de reventa y de más artimañas ya
conocidas en el ambiente. Sin dudas el
problema probablemente se encuentra en la falta de capital inicial por parte de
las productoras para la realización de estos eventos.
Tercero: la heterogeneidad del público es de los puntos más
positivos, sin embargo cada tipo de público lleva consigo prácticas únicas y
aquí aparecen los opuestos. El acampe previo al recital es muy del rock y el
predio (frente al Parque 9 de Julio) se prestó para eso y mucho más. La venta
de merchandising, propia de los festivales a grandes escalas como Cosquín Rock
o Pepsi Music, el Tucumán Fest también lo tuvo. Queda saber si el fanático
respondió quedándose con una remera para recuerdo del evento.
Cuarto: los horarios de arranque son todo un tema, es
difícil pensar en resignar la siesta norteña para disfrutar de buena música en
el marco de un festival. Sin embargo es algo muy típico en festivales para
quien está acostumbrado a ellos en otro lugar del mundo. En este caso puntual,
no revistió demasiada tragedia teniendo en cuenta que los artistas más
convocantes arrancaron pasadas las nueve de la noche. Habrá que ver qué sucede
en caso de una situación distinta.
Quinto: la mezcla de estilos, que a primera vista lucía como
una genialidad terminó con resultado dudoso. Concierto de bandas + Show de DJs.
Las bandas tuvieron a todo el público y los DJs a menos de la mitad.
Sin dudas el formato “Punto Fest” resulta una propuesta
innovadora e interesante que está desembarcando con fuerza en este lado del
país. El público aún tiene que acostumbrarse a disfrutar en totalidad de ellos
y los encargados de su realización
ocuparse de que la oferta tenga todo los aditamentos ideales para una jornada
exitosa.
Los festivales son una invitación arriesgada pero necesaria
para lograr eventos de características y envergadura diferente en la provincia.
Pero ¿con lo clásico se gana siempre? Habrá que pensar. Mientras tanto queremos
experimentar con una nueva edición.
Por Betania Álvarez Aráoz
Café del Oeste
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