Ariel Radeland: “No hace falta tocar gilada para que la gente la pase bien”


Fotografía: Martín Brunella

Las Grutas. El rock independiente nunca nos abandona en el Desierto Ecléctico de Café del Oeste, y de esta forma, es como hoy les regalamos tanto en audio como en grafico, una entrevista con uno de los músicos más destacados que visitan las temporadas veraniegas de Las Grutas; el cantante, guitarrista y compositor: Ariel Radeland. Por Nicolás Salvi.
Ariel ha encarado varios proyectos en su carrera, tanto solistas como grupales, pero en la actualidad, se encuentra en plena grabación del segundo disco de su banda “Jean Pierre”, establecida en Capital Federal, pero formada casi en su totalidad por músicos del interior.
En una distendida charla, Ariel nos habla no solo del nuevo trabajo discográfico de Jean Pierre, sino también del primer disco de la banda (“Cosas Ciertas”), su historia musical y da una más que interesante opinión sobre las angustias que pasan las bandas emergentes en la hermética Buenos Aires y en la extraña movida musical grutense.
-Primero de todo ¿Qué es Jean Pierre?
-Jean Pierre es una banda armada por músicos del sur, casi todos rionegrinos, que vivimos en Buenos Aires y alguno en La Plata. Tiene una mezcla, o una intención de mezclar lo más que se pueda, pero básicamente con formato de banda de rock, influenciado muchísimo en los músicos que lo integran por la música negra, del blues, el funk, el soul e inclusive la música disco. Por supuesto, también todos hemos curtido desde chico el rock nacional, el tango y el folklore en algunos casos, y eso siempre aparece, a lo mejor no de la manera tradicional, pero aparece.

-Para conocerte más, contame como es que comenzaste en la música
-A los 10 años mi abuelo me regaló una guitarra criolla. En ese momento vivía en el sur de Córdoba, donde empecé a tomar clases con una señora de pueblo. Después tuve la oportunidad de ir a vivir a Río Gallegos, durante 4 años, que tiene un conservatorio provincial muy bueno, en el cual tenía 3 veces por semana 5 horas de clases de guitarra, piano, lenguaje musical, coros, etc.
En una de esas cosas que ocurren, la profesora de guitarra quedó embarazada y la reemplazó un chico mucho más joven, que era muy fanático de los Beatles. Ese fue un cambio interesante, escuchar los Beatles en el conservatorio tradicional fue un momento interesante.
Con un amigo que estudiaba piano fuera del conservatorio, pero que tocaba muy bien, hacíamos dúos y participábamos en encuentros del colegio. Tuvimos la oportunidad de ir al Festival de folklore de La Cumbrecita, que era el festival de folklore infantil. Además tocábamos en cuanto acto hubiera en el colegio o fuera de este. Obviamente escuchábamos la época post-Malvinas del rock nacional, donde este tuvo mucho lugar.

-¿Cuáles fueron las bandas arquetípicas que escuchabas y que te influenciaron?
-Primero te voy a contar varias cosas que me movilizaron. Lo primero que empecé a escuchar mucho en esa época donde escuchábamos los temas de Pedro y Pablo de protesta y todo eso, salió el disco Thriller de Michel Jackson y Pipas de la Paz (Pipes of Peace) de Paul McCartney. De ahí me empezó a gustar la música negra.
Como todos los chicos de esa época donde no había internet, y no podíamos escuchar todo lo que anda dando vuelta, comprábamos revistas. Muchos músicos, como The Police o David Bowie, hablaban constantemente de un músico negro llamado Miles Davis. Me llamó mucho la atención que lo nombrara tanta gente que no tocaba jazz, porque básicamente Miles tocaba jazz. En una oportunidad, cuando fui a estudiar a La Plata, una de las primeras cosas que pude escuchar fueron los discos de Miles Davis.
A la vez, yo había entrado a la facultad de música, donde la orientación era la música académica, y dentro de esta tuve la oportunidad de tocar, escuchar y analizar a los clásicos como Mozart, Beethoven, Bach, etc, pero hubo uno que me hizo quiebre en la cabeza importante que fue Stravinski, músico más del siglo XX, del que siempre me gusto su música para orquesta. Yo estudie composición y orquestación, me gustaba trabajar con orquestas, y todo eso que aprendía, trataba de llevarlo a la música popular y a las bands. Digamos, no es casual la forma en la que el rock se toca, tiene mucho que ver con la física, acústica. Yo trataba de volcar todo lo teórico, bajarlo a la banda que teníamos, darle un cierto tratamiento a los instrumentos que tuviera que ver con eso. Normalmente deriva en un rock sinfónico, así que también pasamos por el rock sinfónico.
Después de muchos años metido en el jazz, lo clásico, contemporáneo y ese tipo de cosas, volví a lo tradicional de la música negra, que es al Blues. A partir del blues, empecé a descubrir otro montón de músicos, que tienen raíz en el blues pero que siempre van buscando para otro lado, en particular obviamente guitarristas porque era en lo que más me ligaba, pero siempre flashaba mucho con los vientos, por la cuestión de que por la expresión depende mucho la respiración, por lo tanto tocan menos, porque en algún momento tienen que respirar. Así que siempre me gustaron muchos los músicos que tocan pocas cosas, como BB King o Miles.
Si te tuviera que decir el músico que más me ha influenciado, si bien escuche mucho rock nacional, es Miles Davis

-En tu tema Funky (de Cosas Ciertas) se puede escuchar algo de eso.
-Sí, es verdad, y él fue una gran influencia para Prince o James Brown, y a la vez ellos también han influenciado a Miles. Esa cosa que tiene la música negra de ser tan rítmica, tal vez porque el idioma en el que cantan tiene un montón de palabras cortas que le permiten decir “Get up” y ya están todos bailando. Nosotros tenemos una cosa más lírica, las palabras son más dulces. A mí me gusta mucho el funk, pero tratar de tocar funk en castellano es más difícil, tenes que tener cuidado de no terminar sonando a Luis Miguel ¿Entendes? “Será que no me amas” (Risas).
Hay que tener cierto cuidado. Por lo tanto es más difícil escribir letras que tengan ese golpe que tiene el funk, pero bueno, a ellos se les hace más difícil escribir una letra como las de Spinetta o Charly, no van a escribir “Los Dinosaurios” nunca.

-¿Hoy 30 de enero que estas escuchando?
-Ahora me cope bastante con un tipo de rock inglés, como un grupo que se llama “Phoenix” por ejemplo, que vuelve mucho a las raíces desde el audio. En realidad no hay muchas cosas nuevas. Lo más nuevo que hubo en los últimos años es la tecnología, dentro de esta hay gente que hizo cosas bastante más modernas como Bowie o Bjork, que son tipos que usan la tecnología y te sorprenden. Después el resto, que se yo, la música electrónica no aporta mucho desde lo musical, pero si desde el sonido, la puesta, ver a un DJ solo en un escenario con 50.000 personas bailando.

-Depende de cómo lo aprovecha.
-Si, por supuesto, musicalmente se siguen tocando con las mismas 12 notas desde el año 1300, las escalas y los acordes son los mismos. Pero si ha cambiado mucho la tecnología, el hecho de que un pibe ahora en su casa con una computadora pueda grabar un disco. Es tremenda la producción independiente que hay en Argentina, dentro de esa cantidad hay cosas que están buenísimas.

-Valiendo que te moves en dos ámbitos musicales tan distintos como los son Buenos Aires y Las Grutas ¿Cómo los comparas? ¿Cómo es tocar en estos lugares?
-Las Grutas es un fenómeno particular, porque es un lugar que tiene una efervescencia de dos meses, en el cual hay mucha gente que viene a pasarla bien y divertirse, y otra a trabajar. Los músicos que vienen a Las Grutas a hacer temporada, es decir, a que les paguen por tocar. Entonces básicamente, tanto los músicos y los dueños de los lugares creen que la única forma de que un bar funcione es que los pibes estén tocando música fácil y barata, con todo el mundo saltando y bailando, cosa que quedo comprobada ayer con Vitale y Baglietto (en el cierre La Fiesta Nacional del Golfo) que no hace falta tocar gilada para que la gente la pase bien.
Así que en realidad, podría decirte que acá, de arte hay muy poco, de la música vista como expresión artística hay casi nada. Yo las veces que vine con grupo siempre trate de lidiar un poco con eso, o por lo menos matizarlo, que no sea tocar lo que todos quieran escuchar. Traté de tener una banda buena con posibilidades, mostrar otros temas, tocar otras canciones, lo mismo que darles la posibilidad a los músicos de que se luzcan, para aprovechar su talento.
En Las Grutas falta más el amor al arte, tocar más por placer y no tanto por plata, lo cual hace que crezca el nivel. Creo que eso viene en una generación siguiente, que están apareciendo por el lado de disfrutar un poco de la música antes de empezar a trabajar de músico.
En Buenos Aires hay millones de bandas, músicos, y de gente que se dice músicos. Hay muchísima gente con talento desconocida para las multitudes. Para hacerte conocido tenes que caer en medios muy grandes, casi inalcanzables económicamente. El circuito del under a partir de ciertas restricciones desde Cromañón, se puso difícil tocar. Básicamente tenes que pagar para tocar, para mostrar tu música en Buenos Aires tenes que pagar, una cosa bastante ridícula pero es así.
Las cifras que se manejan para poder tocar son altísimas. Los lugares más o menos lindos están cobrando fortunas para tocar. Se hace bastante difícil hacer un circuito under.
Nosotros si bien estamos en Buenos Aires salimos a tocar mucho afuera de capital. Por ejemplo, La Plata que está cerca es un lugar que tiene un gran nivel cultural y musical, y tiene los músicos son menos cerrados, eso sirve mucho para aprender. Todos los músicos tocan con todos, tienen 50 mil bandas cada uno, hay menos celo, y del complejo de si el que toca al lado es mejor.
En Buenos Aires, para conseguir un puesto de cesionista de algún músico importante hay gente que es capaz de cortarte una mano para entrar ahí. Pero tiene la ventaja de que en algunos aspectos, es más profesional.

-¿Cómo se viene este nuevo disco de Jean Pierre?
-En particular, creo que es un cambio groso en todo sentido. En primer lugar los músicos que tocan conmigo, cuando grabamos el primer disco no habíamos tocado juntos, ellos no me conocían tanto, y el disco en general quedó más pop, que no era la idea que yo tenía. Pero bueno era un paso que había que cumplir, porque la verdad que los pibes lo hicieron de onda, sumado a que la tecnología con la que grabamos fue sumamente precaria y muy casera.
Teniendo en cuenta todas estas cosas, el primer disco estuvo muy bien hecho para haberse hecho de esa manera.
El segundo estuvo preproducido, la composición se hizo teniendo en cuenta inclusive quienes son los que tocan. Uno cuando va tocando mucho tiempo con los músicos empieza a componer pensando en cómo va a tocar el tema que vos le estas dando. Entonces por ahí, desde lo compositivo yo sigo siendo el mismo, pero el resultado final yo creo que va a ser mucho mejor por los procesos que pasó el disco: desde cómo se fue compartiendo con los músicos a medida que se iba haciendo, la tecnología con la que se grabó, la forma, los equipos, los instrumentos, quien hizo cada cosa en el disco. El nivel es mucho más alto, y las canciones también.
El primero tuvo mucho de experimento, esto de por ejemplo tocar una especie de samba pero tocada de otra manera (“cosas ciertas”), que era originalmente una samba brasilera mezclada con una banda de rock normal, era una cuestión de prueba, folklore y funk, a ver como se llevan.
En el segundo, siempre hay una cuestión de pruebas también. Yo trato de buscar algo en cada tema, sino no lo pongo en el disco. De hecho algunos temas quedaron afuera por eso, como que no me decían nada a mí.
Así que me parece que el segundo es un crecimiento interesante, y obviamente ya estoy pensando en el próximo.
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Nicolás Salvi

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